La palabra sensatez evoca imágenes de juicio certero y una profunda comprensión de la realidad. Este término describe a aquellos dotados de sentido común, prudencia y la habilidad para reflexionar antes de actuar.
En nuestro ajetreado mundo, donde los choques de intereses y las provocaciones violentas están a la orden del día, esta virtud se vuelve indispensable. Nos enfrentamos a un torbellino social que nos desafía a prever las consecuencias de nuestras palabras y acciones. Ser prudente no implica temor o cobardía; es más bien un signo de nuestra responsabilidad hacia quienes nos rodean.
En Colombia, la demanda es clara: necesitamos líderes con sensatez. Líderes que sepan presentar sus ideas y defender sus posturas, pero siempre conscientes del impacto de sus acciones. En una era saturada de opiniones, donde las voces inundan cada rincón de nuestra existencia, es crucial ejercer la inteligencia y la responsabilidad en nuestro hablar y hacer. La sensatez implica reconocer que, aunque iniciamos acciones, no podemos prever su final porque no poseemos el control absoluto sobre la vida.
En el terreno de la comunicación, la sensatez se traduce en asertividad: la capacidad de expresar verdades de manera adecuada, en el momento y lugar correctos, y con las emociones y palabras apropiadas. La situación actual exige que líderes de todas las esferas y tendencias ideológicas abracen esta cualidad, demostrando no solo grandeza y sabiduría, sino también un genuino deseo de superar el egocentrismo en favor de crear una sociedad más justa e igualitaria.
Es tiempo de que el fanatismo deje paso a la sensatez, un camino que, desde la sabiduría, nos lleva hacia el verdadero desarrollo personal y colectivo.