Mis recuerdos de infancia están unidos a mi papá y al Unión Magdalena . Ir con él al Eduardo Santos fue siempre una fiesta que iluminaba mi vida de niño. El me enseñó a amar al Unión y acompañarlo siempre.
He estado en casi todos los estadios del país acompañando al Ciclón, he peleado por él, he participado en una junta directiva, he dado conferencias y acompañado espiritualmente al equipo. He llorado y reído con sus actuaciones. Es decir, soy un hincha pleno y total del Unión Magdalena.
Pero no evita que me sienta molesto y desconcertado por la jugada del gol del ascenso. Todavía no entiendo qué estaban pensando los defensores de Llaneros para quedarse como estatuas en esa jugada. No lo entiendo porque el partido antes de eso había sido leal y apretado para ambos equipos. No lo entiendo porque los que hemos jugado fútbol sabemos que la esencia del juego es convertir y dejar que no nos hagan goles.
Por eso creo que más allá del linchamiento publico y de los mensajes de todos los líderes han dado,lo que ahora corresponde es la investigación exhaustiva que demuestre la razón por lo que eso pasó y claro que se tomen las medidas del caso. Todos tienen derecho al debido proceso antes de ser declarados culpables.
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Más allá de la tarea de jueces espontáneos que se asume en las redes vale la pena que como sociedad aprovechemos esta situación y hagamos una pausa, nos detengamos a entender que nuestra tragedia es ética, esta sociedad se acostumbró a creer que lo malo, lo deshonesto, lo ilegal puede ser justificado o respaldado según el sujeto que los cometa.
Si no se asume una posición clara de vivir coherentemente desde los valores y las virtudes que hacen crecer a los seres humanos seguiremos hundidos en este fango de la corrupción donde se les roba a los niños la comida, la posibilidad de conectarse con el mundo por internet, se hace del erario publico una fuente para aprovechamientos personales y nada o poco pasa.
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Amo al Unión y seguiré siendo su hincha, pero espero que todo se aclare porque no todo vale.
Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU: