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#SOSBuenaventura: la ola de terror en el puerto vallecaucano debe cesar de inmediato

La transformación social y cultural de Buenaventura es impostergable, pero es imposible sin una apuesta estatal por la equidad, por el desarrollo de la población y su territorio.

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Alberto linero
Foto: BLU radio

Una vez más, Buenaventura es una parábola de nuestra tragedia, un irónico golpe de nuestra realidad injusta y desequilibrada, como lo ha sido Tumaco, el Catatumbo, el Cauca, los Montes de María, y las regiones del País que cuentan con todo lo que la naturaleza puede dar para que a nadie le falte el bienestar, y sin embargo, lo que abunda es la crisis, la pobreza, la exclusión y la muerte.

Buenaventura es la promesa de un futuro que jamás les llegó. El sueño de ciudad que le escuché a mis vecinos cuando yo era apenas un niño y ellos, que venían de El Charco en Nariño, hablaban con orgullo de su bello puerto, la grandiosa entrada al país para tanto progreso que nunca les tocó a los de allí.

Ejerciendo el presbiterado fui varias veces. Siempre fui acogido con generosidad, y en los ojos de su gente pude ver alegría, cariño, y esa esperanza que suele tener la gente que vive las circunstancias más adversas.

En sus calles, en cambio, lo que se veía era una inexplicable dualidad entre la riqueza que mueve el puerto y la miseria de tanta población. Y sí, también se ve la corrupción, el abandono estatal, los estragos de la criminalidad, del narcotráfico, y una enorme necesidad de oportunidades que nunca llegan completas.

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Actualmente somos testigos de una nueva ola de terror en Buenaventura: 35 combates armados en diferentes barrios durante los primeros 36 días del año. 21 homicidios en enero de 2021. Desplazamientos forzados, extorsiones, jóvenes armados de fusiles patrullando las calles como dueños de esa nada que van dejando los que se marchan, guerra entre organizaciones criminales por controlar el territorio.

Una herida más a la población, que es necesario detener de inmediato, porque va a tardar demasiado en curarse. La autoridad hace presencia, la infantería de marina ha logrado la captura de 85 personas, ha incautado armas, pero la situación desborda lo que se puede hacer desde las fuerzas militares.

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No basta con neutralizar a los ilegales (cosa urgente e imperativa) se precisa reconstruir socialmente la región, nuevamente rota desde el asesinato de 7 jóvenes el pasado 30 de Diciembre.

La transformación social y cultural de Buenaventura es impostergable, pero es imposible sin una apuesta estatal por la equidad, por el desarrollo de la población y su territorio, por una generación efectiva de oportunidades de educación y empleo para sus jóvenes, para que funcione allí la democracia.

Me uno a las voces que desde distintos sectores ayer lanzaron un #SOSBuenaventura, como oportunidad para movilizar atención, solidaridad, conciencia, y cercanía para tantos hombres y mujeres que hoy encuentran su vida amenazada entre la criminalidad y el abandono.

Escuche el análisis y la opinión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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