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Sólo hay verdadera vida plena si se generan los contextos de equidad, justicia social y comunión

No podemos seguir creyendo que seremos felices haciendo infelices a los que están a nuestro alrededor.

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P. Alberto Linero
Foto: instagram/plinero

La realización del proyecto que cada persona tiene no es únicamente el resultado de sus decisiones individuales, ya que al vivir en sociedad se ve afectado por las decisiones y acciones de otros seres humanos. Es por eso que los valores como la solidaridad, el servicio y la generosidad son fundamentales para vivir socialmente.

No podemos seguir creyendo que seremos felices haciendo infelices a los que están a nuestro alrededor. Sólo hay verdadera vida plena si se generan los contextos de equidad, justicia social y comunión que permitan a todos sentirse reconocidos y ayudados en sus procesos. Por eso es que entiendo la existencia del Voluntariado como un movimiento de colaboración y compromiso, porque las condiciones sociales ayudan a que cada persona, sobre todo las menos favorecidas, puedan alcanzar sus objetivos en una vida digna.

Por lo aprendido en casa entendí que todos tenemos que hacer algo por los demás. No pretendemos remplazar la acción del estado, ni volver inútiles a los otros, pero sí colaborarles desde nuestras capacidades. Eso hizo que mis padres pertenecieran a voluntariados en los que dedicaban parte de su tiempo para ayudar. Recuerdo que siempre decían que ser voluntario es una manera de vivir y no simplemente dedicar unas cuantas horas a hacerlo. Por eso hoy, en el día de la cruz roja y de la media luna roja -su equivalente en el mundo musulmán-, vale la pena que todos pensemos en qué podemos hacer para ayudar a aquellos que lo necesitan.

En una sociedad que cada día cree que es el odio y la división el camino de solución de nuestros problemas, vale la pena tender puentes desde el amor, la generosidad y la compasión.

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Es necesario entender que el odio hacia los otros nunca ocasionará nada bueno ni construirá verdaderas soluciones. De nada sirve generar resentimiento. Hay que buscar que todos entendamos que es desde la solidaridad como podemos ser más felices. ¿De qué podrías ser voluntario tú? ¿Cómo podrías ayudar a los otros? Dedicar un tiempo a pensarlo y ponerte manos a la obra es mil veces mejor que odiar.

Escuche aquí la opinión de Alberto Linero:

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