Nos han enseñado que la felicidad está en sonreír y disfrutar la vida, mientras que el llanto siempre se ha visto con sospecha, como una expresión de debilidad y fragilidad. Tanto es así que a los varones de otra época se nos decía que no podíamos llorar. Por eso, me llama mucho la atención la propuesta del japonés Hidefumi Yoshida, instructor de "rui-katsu", que en japonés significa "buscar lágrimas".
Este hombre recorre Japón dictando conferencias y cursos para mostrar los beneficios de llorar. Ha insistido con firmeza: “Las lágrimas tienen un enorme poder curativo, reducen el estrés y hasta alivian el dolor. Llorar es fundamental para llevar una vida equilibrada y saludable y combatir las sensaciones de angustia y ansiedad”.
Su trabajo consiste, en principio, en posibilitar que las personas se liberen de los estigmas y presiones culturales que las llevan a reprimir las emociones expresadas a través del llanto, permitiendo que muchos sufran del efecto "olla de presión", es decir, que acumulen tanta tensión que terminen explotando de cualquier forma.
Científicamente, se sabe que llorar ayuda a aliviar la tensión psicológica, lo cual implica una reducción del estrés y puede incluso aliviar el dolor. La licenciada Andrea Vanina Cantello recuerda que al llorar, el cerebro recibe un 30% de toda la sangre que el corazón bombea al cuerpo. Es la única emoción que logra este incremento: aumenta el gasto energético y la frecuencia respiratoria para oxigenar el cerebro. Por esa razón, se siente menos cansancio y un bienestar, ya que al terminar, el cerebro libera endorfinas que tranquilizan y generan sensaciones de serenidad.
Publicidad
Lloro poco, pero no me da vergüenza hacerlo. Por eso, me sentí motivado por este tipo de investigaciones y propuestas, porque nos permiten aceptar nuestra condición, reconocer las emociones que tenemos y expresarlas tranquilamente.
En vez de idealizar la vida y creer que la felicidad es una euforia constante, necesitamos aprender a reconocer nuestras fortalezas y vulnerabilidades, posesiones y necesidades, firmezas y temores para vivir en armonía interior, que es la condición para sostener relaciones sanas con los demás. Definitivamente, aprender a llorar es una de las tareas que todos debemos realizar, más en las circunstancias actuales.