Estos son días distintos. Para algunos son simples días festivos, para nosotros los creyentes son santos. Pero creo que para todos pueden ser una oportunidad de realizar una pausa, interiorizar, revisar las decisiones que estamos tomando y la manera cómo estamos viviendo; preguntarnos si realmente estamos yendo por el sendero que conduce a la realización de nuestro plan de vida.
Si eres creyente, creo que los relatos bíblicos de las acciones de Jesús en estos días, con sus ideas fuertes: de servicio, fidelidad, generosidad, perdón y amor, te pueden ayudar; si no tienes fe religiosa, desde los modelos de vida que posees, puedes tratar de encontrar parámetros de evaluación.
Estoy convencido que la violencia siempre es consecuencia de los miedos interiores, quien se acepta y se ama tal cual es, normalmente no tiene temor a la diferencia, ni busca eliminar al que le muestra mundos distintos al suyo. Las relaciones interpersonales tienen que realizarse desde el reconocimiento de la autonomía de los demás, evitando cualquier tipo de subordinación existencial nacida de la creencia de que alguien, por cualquier motivo, es superior en dignidad.
Se requiere libertad, responsabilidad, justicia y solidaridad para compartir la existencia con los otros; negarse a la violencia como solución de conflictos, sabiendo que ésta siempre engendra más problemas y termina destruyéndonos a todos. Sospechar que no somos absolutos y que algo hay por encima de nosotros los humanos, nos hace entender que podemos negociar, ceder, tolerar y reconstruir situaciones.
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Creo que estas son las características del proyecto de vida que expone Jesús de Nazaret y es rechazado por las autoridades religiosas de la época, hasta hacerlo pender de una cruz como un maldito (Deuteronomio 21,23; Gálatas 3,13) y por toda la turba ingenua y crédula que grita que lo crucifiquen.
A veces me suenan ingenuos los que acusan a los humanos de esa época, afirmando que ellos, si hubieran estado en su lugar, habrían salvado del patíbulo a Jesús. ¡Pero que va! cuando veo la situación de injusticia, corrupción, racismo, discriminación, desigualdades sociales y odio por el diferente, estoy seguro que también nosotros si hubiéramos estado allí, terminaríamos pidiendo su muerte para que su propuesta tan revolucionaria no continuara en la historia.
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Claro, afortunadamente los cristianos seguimos creyendo que esa manera de vivir de Jesús es la que agrada a Dios y que por eso lo resucitó, y la seguimos anunciando. Sin una praxis de misericordia, estos pueden ser unos días de descanso y nada más.