Como asiduo tuitero me encuentro expectante con la noticia de que esta red social tiene un nuevo dueño: Elon Musk . Son muchas las ideas que existen en torno a los cambios que su desembarco generará.
Hemos leído una declaración que a mí particularmente me genera muy buenas expectativas, porque creo que enfrentará la que para mi criterio, es una de las causas del odio y los comentarios de alcantarilla que a veces caracterizan esta red.
Dijo Musk: “También quiero queTwitter sea mejor que nunca mejorando el producto… derrotando a los bots de spam y autenticando a todos los humanos”.
Estoy convencido de que en la medida en que cada uno se tenga que hacer cargo de lo que dice, bajarán los comentarios irresponsables -hechos desde el anonimato- que atizan el odio.
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Las redes sociales le hicieron una promesa a la sociedad de mayor participación; promesa que fortalecía a la democracia, pero que se ha cumplido parcialmente, porque en el ejercicio diario, ellas hoy parecen un peligro para esa democracia, debido a que la participación está siendo manejada desde los intereses económicos e ideológicos de algunos, que a través de un algoritmo permiten acceder a la información.
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Las bodegas con sus bots distorsionan la realidad creando tendencias que solo están en los computadores de muy pocos humanos que buscan imponer una manera de ver la sociedad construida desde un odio que trasciende lo digital y actúa en la vida física y real de la gente.
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También se esperan muchos más cambios, tales como la edición de mensajes, herramientas de traducción inmediata para permitir la conversación con personas que escriban en otros idiomas, la creación de grupos de interés para el diálogo en tiempo real. Sin embargo, creo que lo más importante es tener claro que no podemos dejar que la realidad virtual de las redes sociales suplante la vida real con las personas que nos necesitan y necesitamos; esto implica no olvidar que las cuentas a las que les escribimos, representan y encarnan a seres humanos como tú y como yo, con los que siempre tenemos que ser empáticos para no ser tan viles como aquellos a los que se quiere criticar.