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Saber comunicarnos y saber escuchar son de las virtudes más grandes del ser humano

Para sostener relaciones sanas y comunicarnos de manera acertada, necesitamos aprender a escuchar. La escucha activa no solo nos permite fortalecer nuestros vínculos.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Hace un tiempo, tuve el privilegio de conversar con John Maxwell, uno de los autores más reconocidos en temas de liderazgo. Fue un diálogo ameno y lleno de valiosas enseñanzas . Lo que más me impactó fue su actitud genuina para escuchar y aprender de los demás. Maxwell dedicaba tiempo y atención a las respuestas que yo daba a sus preguntas, mostrando un interés sincero y una apertura admirable.

Esta experiencia me dejó una gran lección . Ya que uno de los errores más comunes al comunicarnos es intentar adivinar lo que la otra persona va a decir e interrumpirla, respondiendo a lo que creemos que quiere expresar. Este hábito, fruto de la impaciencia que caracteriza a muchos, revela nuestra falta de paciencia. Quien aspire a comunicarse de manera efectiva debe practicar la escucha activa, lo que implica no solo estar abierto al mensaje y al ser del otro, sino también respetar su ritmo al hablar.

Este error de interrumpir se complementa con otros que también afectan nuestra capacidad de comunicación:

1. Intentar resolver el problema demasiado rápido: ofrecer soluciones prematuras puede hacer que la otra persona se sienta invalidada. Este error surge tanto de la impaciencia como de la creencia de que, al hablar, los demás buscan que solucionemos sus problemas, cuando muchas veces solo necesitan ser escuchados. La escucha activa requiere humildad.

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2. Escuchar solo para responder: enfocarse en lo que se va a decir a continuación en lugar de comprender lo que se está escuchando. Esto impide captar el mensaje real, ya que se prioriza la respuesta sobre la verdadera comprensión.

3. Fingir atención: asentir con la cabeza o decir "ajá" sin estar realmente involucrado en la conversación. A veces, la impaciencia nos lleva a estar físicamente presentes, pero mentalmente ocupados en otras actividades que consideramos más importantes.

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4. Generalizar: asumir que sabemos lo que la otra persona piensa o siente sin preguntar ni profundizar.

Para sostener relaciones sanas y comunicarnos de manera acertada, necesitamos aprender a escuchar. La escucha activa no solo nos permite captar el mensaje del otro, sino también fortalecer nuestros vínculos. Hoy te invito a reflexionar sobre tu capacidad de escucha. ¿Qué tan bien estás escuchando a los demás?

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