En las relaciones diplomáticas es clave el pragmatismo, sobre todo cuando hay de por medio la situación de millones de personas que dependen de que haya elementos mínimos de respeto y de reconocimiento entre los países, para tener a su alcance la posibilidad de hacer trámites consulares o para tener la libre locomoción que les permita visitar a sus seres queridos.
Por eso ha sido casi unánime el respaldo político y de la sociedad colombiana a la determinación del presidente Gustavo Petro de restablecer relaciones diplomáticas con Venezuela, aunque no hay todavía suficiente claridadsobre elementos complejos de la relación entre los dos países.
Lo primero y aunque es un asunto de forma: no hay claridad sobre por qué quien viaja a Caracas es el presidente Gustavo Petro y no es Maduro quien viene a Bogotá, o al menos no se pensó en un encuentro en la frontera binacional.
Lo segundo es que existe la posibilidad de que al final del encuentro entre Petro y Maduro se anuncie que Venezuela sería la sede de la primera ronda de diálogos con el ELN, seguramente sin condicionamientos previos y, sobre todo, sin saber cómo se abordarán las conversaciones con disidentes como Iván Márquez, que permanecen protegidos en ese país.
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Lo tercero es que no hay claridad sobre si uno de los temas a tratar en la agenda como es el regreso de Venezuela al sistema interamericano de Derechos Humanos, incluye algún condicionamiento de Petro a Maduro para que libere a los presos políticos que siguen detenidos en las cárceles venezolanas, en medio de las más graves y degradantes condiciones humanitarias.
Sobre este asunto, hay incertidumbre sobre si habrá compromisos entre Petro y Maduro para atender la crisis humanitaria que conlleva la migración masiva de venezolanos a Colombia y a Estados Unidos, por cuenta de la difícil situación financiera en Venezuela.
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Lo cuarto es que no se conoce si se lanzará una estrategia militar y de policía binacional para cerrar las trochas en la frontera entre Colombia y Venezuela, que se han convertido en el paso real de miles de personas y en el paso obligado de mercados ilegales entre los dos países.
Lo quinto es que no sabemos si se dará el lanzamiento de nuevas herramientas de cooperación judicial entre los dos países, teniendo en cuenta la expansión de bandas criminales venezolanas en Colombia como el Tren de Aragua y ante la presencia de objetivos de alto valor para las autoridades colombianas en Venezuela como alias Iván Márquez y la exsenadora Aida Merlano.