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Reflexión de Linero sobre Santa Marta: "Celebro los avances, pero aún hay mucho por hacer"

Hoy, enfrentamos desafíos claros: la falta de agua, un sistema de alcantarillado que colapsa cada vez que llueve, dejando aguas negras recorriendo nuestras calles.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: Blu Radio.

Santa Marta, la ciudad que me vio nacer y donde atesoro mis primeros recuerdos, celebra hoy 499 años de historia. Esta ciudad dos veces Santa es la más antigua de Colombia, un lugar bendecido por la naturaleza con sus múltiples bahías y la imponente Sierra Nevada que nos abraza. Pero también ha conocido momentos difíciles, marcados por la pobreza y el escaso desarrollo.

Como nos cuentan historiadores como Joaquín Viloria de la Hoz, entre 1655 y 1692, Santa Marta fue atacada y quemada diecinueve veces por piratas. En 1834, un terremoto nos dejó en ruinas, y en 1848-49, una epidemia de cólera afectó gravemente a nuestra gente. Además, las inundaciones del río Manzanares en 1850 también causaron gran daño a las pocas edificación con las que contábamos; ¿Serán acontecimientos que explican el atraso de nuestros primeros siglos de existencia? ¿E incluso marcaron características que aún conservamos en la actualidad?

Hoy, enfrentamos desafíos claros: la falta de agua, un sistema de alcantarillado que colapsa cada vez que llueve, dejando aguas negras recorriendo nuestras calles. Los bajos niveles de educación nos posicionan entre las ciudades con peor desempeño del país. También sufrimos constantes apagones y una gran polarización política que ha dificultado crear un plan de desarrollo sostenible a largo plazo. Con este panorama, nos acercamos al gran hito de los 500 años de nuestra querida Santa Marta.

Tal vez esa nostalgia de los caribes andinos, que nacimos frente al mar y estamos custodiados por una montaña inmensa, deba convertirse en acciones concretas de reconciliación y colaboración para cambiar nuestra historia y encontrar el camino hacia el desarrollo.

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Hay días en que mi corazón se me atiborra con recuerdos de la alegría, la resiliencia, la tolerancia el esfuerzo y la bondad de los samarios, y eso me da esperanza. Los cambios no ocurren solos; son fruto del mancomunado esfuerzo colectivo. Debemos ir más allá de la codicia personal y encontrar metas comunes que nos beneficien a todos. Celebro los avances que ha logrado la administración, pero sé que todavía hay mucho por hacer, incluyendo nuestra participación activa como ciudadanos comprometidos.

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