Reconocer y aceptar la ansiedad, el primer paso para tratar el diagnóstico

Ayer, por casualidad, me topé con dos textos que parecían dialogar entre sí. Por un lado, leí un artículo de la OMS que destacaba los trastornos de ansiedad como los más comunes en el mundo, afectando a más de 300 millones de personas. Por otro, volví a encontrarme con un libro del doctor en psicología Bernardo Stamateas, titulado "Calma Emocional", que ya había leído anteriormente, y que aborda cómo superar la ansiedad, los miedos y las inseguridades.

Es evidente que aquellos diagnosticados con este trastorno necesitan un tratamiento y ayuda profesional específica. Sin embargo, me parece relevante compartir algunas ideas sobre esta condición de salud mental. La OMS nos recuerda que las personas con trastornos de ansiedad pueden experimentar miedo o preocupación excesiva en situaciones específicas, como crisis de angustia o situaciones sociales, y tienden a evitar aquellas que les generan ansiedad. Por otro lado, el psicólogo argentino nos propone algunos pasos:

Reconocer y aceptar la ansiedad: Esto implica estar consciente de los síntomas físicos y emocionales asociados, como taquicardia, dificultad para respirar y preocupación excesiva.

Identificar las causas: Es importante conocer las causas de la ansiedad, lo cual puede implicar examinar pensamientos negativos, creencias limitantes o patrones de comportamiento que contribuyen a ella.

Desafiar los pensamientos negativos: Aprender a cuestionar la veracidad de los pensamientos catastróficos y reemplazarlos por pensamientos más realistas y positivos.

Practicar actividades que promuevan el bienestar emocional: Aquí, las prácticas de relajación, espiritualidad y técnicas de respiración pueden ayudar mucho.

Establecer límites saludables y priorizar actividades y responsabilidades: No podemos controlarlo todo y debemos aceptarlo y asumirlo con serenidad y humildad.

Por supuesto, el apoyo profesional es fundamental. En mi caso, encuentro que mi experiencia espiritual me ayuda a vivir en el presente y a no dejarme llevar por escenarios catastróficos futuros que tienden a perturbarme.