Esto son tiempos de regalos . Sí, por la tradición y las dinámicas comerciales muchos tratan de anclar en un regalo todo el aprecio, el afecto, el agradecimiento que tienen por las personas que son importantes en sus vidas. De hecho, desde niños nos forman en esta tradición de recibir y dar regalos. Recuerdo mi niñez en Santa Marta y la felicidad de una ilusión concretada en un regalo que recibía sin entender muy bien por qué.
Ahora bien, para regalar preguntémonos, ¿qué necesita realmente la persona que recibirá mi presente? pensemos en detalles único y personalizados. No se trata de regalar algo grande o algo costoso, lo ideal es que los obsequios concreten alguna esperanza sublime a la persona que lo recibe. Se trata de sentirse amado, reconocido, valorado y emocionarse por el tiempo que el otro gasto pensándolo.
Evitemos el desperdicio y llenar el closet, como mi madre, de todos los regalos que no nos son útiles, que no le gustaban, en conclusión, los que no eran pensados para ella.
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Y si la pereza en pensar en el otro nos gana, pensemos en el planeta, en que los regalos sean amables con el medio ambiente, que permitan el reciclaje y no contribuyan a seguir depredando la casa común. ¿Han visto esa terrible imagen el desierto de Atacama, en el norte de Chile del llamado cementerio de ropa? por lo menos 39.000 toneladas de basura, especialmente de desechos textiles, esos que tardan más de 200 años en desintegrarse.
O si somos de aquellos que no necesitamos nada, pensemos en como transferir ese cariño a los que más lo necesitan, con donaciones de libros, juguetes o comida a las comunidades más vulnerables.
¡Que los regalos de esta Navidad nos lleven a conectarnos con el otro , a conectarnos con el planeta, a conectarnos con los más vulnerables!
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Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU: