Con el paso de la pandemia, no solo tenemos conciencia de las personas que han sido afectadas individualmente; de los 2,79 millones de muertos en el mundo y más de 62.000 en Colombia; de los muchos que han logrado superar el virus y los que han quedado con secuelas y aún luchan por mejorar su salud. También han sido muchos los grupos afectados, por ejemplo, los niños que han sufrido a nivel educativo al tener que trasladar sus clases a la virtualidad con todas las repercusiones que esto ha traído para ellos. En estos términos, me llamó la atención y me preocupó mucho la alerta que lanzó el secretario general de la ONU Antonio Guterres, quien afirmó que la pandemia “ha destrozado la vida de millones de mujeres y ha acentuado las desigualdades” cierro. Esto lo dijo en el contexto de un foro de igualdad en México.
Es importante que él mismo señaló que se tomarán medidas, sin embargo, estoy seguro y quiero insistir de nuevo, en que es desde pequeñas prácticas cotidianas, en donde podemos empezar para poder cerrar la brecha de la desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo. Por supuesto que es necesario que organismos internacionales marquen la ruta y generen estrategias para hacerlo, pero cada uno de nosotros tiene que empezar a pensar en la manera cómo puede aportar a este cambio tan necesario.
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Para ello, necesitamos ser capaces de romper paradigmas y que los hombres nos despojemos de privilegios que toda la tradición del patriarcado nos ha entregado. Me gusta la ruta que propone Guterres para lograr contratacar este problema, en la cual se destacan tomar medidas serias para hacer frente a la violencia contra las mujeres y las niñas, abrirnos paso hacia la igualdad salarial y lograr que las mujeres tengan una participación equitativa en órganos de dirección, tanto empresariales como gubernamentales. Todo esto podemos empezar a hacerlo desde los pequeños espacios en los que participamos a diario.
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Al principio de este tiempo de pandemia, decíamos que esto nos haría mejores seres humanos, pero noticias como esta nos hacen desanimarnos, sin embargo, sigo creyendo que los buenos somos más y que podemos todavía recomponer el camino para que nuestra sociedad sea realmente mejor. Vivamos defendiendo la igualdad y posibilitando que todos tengamos las mismas condiciones para poder realizarnos; no es una tarea de unos cuantos, es un compromiso de la humanidad.
Escuche aquí la opinión de Alberto Linero: