Todavía me emociono al recordar la noche del 13 de marzo del 2013, en la que en la plaza de San Pedro, en Roma, se vio por primera vez al que sería el primer papa latinoamericano; sí, fue el día de la elección del papa Francisco tras la renuncia de Benedicto XVI. Su signo de pedirle al pueblo que orara por él y otra gran cantidad de pequeños signos, han marcado su ministerio Petrino.
Sin embargo, se dice que la reestructuración de la curia que ha planteado, no se ha podido realizar, ya que según el mismo cardenal Madariaga de Honduras, amigo del Papa, en la Curia hay una huelga de brazos caídos frente al documento oficial que respalda dicha reforma, esto es, se dice que hay quienes están haciendo todo lo posible para que no se lleve a cabo.
Es en este ambiente en el que se corre el rumor de una posible renuncia del Papa Francisco; pero sobre todo, se pone el foco en su situación de salud. Recordemos que, al llegar a la Santa Sede, este lo hizo sin un pulmón, lo cual se creía que sería un problema, pero a la larga no terminó siendo impedimento para que realizara su labor como pontífice. Pero desde hace varias semanas, se le ha visto decaer por un dolor de rodilla, que de hecho, ha ocasionado que se tenga que movilizar en silla de ruedas, incluso llegando a cancelar, por su estado de salud, algunas visitas programadas.
Los rumores sobre dicha renuncia crecen aún más por el hecho de que el próximo 27 de agosto se llevará a cabo un consistorio convocado por él mismo, en el que serán creados 21 cardenales, de los cuales, en su mayoría, podrían ser sus posibles sucesores.
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No está confirmado que el papa haya decidido renunciar, lo cierto es que de hacerlo, sería una situación inédita, ya que habrían tres Papas (dos eméritos), sin embargo, también creo que se debe velar por la salud y el bienestar de quien, aún con su avanzada edad, sigue sirviendo a la comunidad. Lo cierto es que, sea cual sea su decisión, seguro será sabia.