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Pasemos del cruel “cuarto del rechazo” a la bondadosa y solidaria “tienda gratis”

Las acciones de bondad y solidaridad restablecen mi fe en la humanidad.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: cortesía Alberto Linero

Dos acontecimientos muestran lo que somos los seres humanos. Esas situaciones tan complejas en las que se manifiestan las bondades y las maldades de nuestro ser. Ayer precisamente entrevistábamos a un colombiano que fue inadmitido en México y nos contó todas las dificultades que vivió en el “cuarto del rechazo”. Recordemos que solo este año, más de 21.000 colombianos han sido inadmitidos. Es la dureza de las fronteras y de la soberanía de los estados que tienen derecho a decir quién ingresa y quién no.

Pero también ayer leí cómo en ciudad de Juárez un grupo de ciudadanos creó la “tienda solidaria” o “tienda gratis”, a la que llevan ropa, calzado, sábanas y demás para que los cientos de venezolanos indocumentados que han sido devueltos de Estados Unidos y que viven junto al Río Bravo, puedan encontrar cómo pasar este tiempo de mucho frío en las mejores condiciones posibles.

Nadie quiere irse de su casa. Quien se va de su hogar es siempre porque no encuentra los recursos que requiere para vivir dignamente y va tras la esperanza de conseguirlo en otro país. Entiendo las razones que muchos dan para rechazar a los migrantes, pero no creo en ellas. Estoy convencido de que lo que nos ayuda a ser más felices es la bondad y la generosidad. Nos hemos acostumbrado a creer que las relaciones interpersonales tienen que estar marcadas -como las económicas- por un intercambio, y resulta que no.

Las personas bondadosas y solidarias lo son sin esperar nada a cambio, lo son porque esa es la madera de la que están hechas. Algo no estamos haciendo bien como humanos si cada vez son más los migrantes en tantas partes del mundo que arriesgan su vida en las peores condiciones tras de un sueño que en muchas ocasiones termina siendo su pesadilla.

No me siento orgulloso de la humanidad cuando leo relatos de tantos que sufren al tratar de migrar, o son rechazados en los lugares a los que llegan, pero experiencias como las de la “tienda solidaria”, me hacen no perder la esperanza en la humanidad y creer que podemos ser mejores.

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