Todos los días encuentro hábitos, claves, actitudes que proponen para ser felices. Uno que me gustó mucho es el llamado minimalismo existencial, uno de los pilares del llamado método japonés Hanasaki y que se entiende como ese estilo de vida que busca eliminar lo superfluo para concentrarnos en lo esencial. Es entender que para ser feliz se necesita menos de lo que estamos acostumbrados a creer.
En su libro “Minimalistamente” Adriana Coines que a veces por tener demasiados objetos nos desconcentramos en llenar de sentido lo que realmente importa. Por acumular codiciosamente cosas terminamos perdiendo las personas y las oportunidades de disfrutar la vida, que pasa muy rápido. Algunas veces cayendo en la paradoja de trabajar para tener cosas y no poderlas disfrutar por estar trabajando.
Si me preguntaran qué es para mí lo mínimo para ser feliz pensaría en tener salud por eso hay que cuidarnos, en sostener relaciones interpersonales respetuosas, funcionales y emocionantes, en ir descubriendo como doy mi mejor versión en todas las dimensiones de la vida y ser alguien que ayude a los demás. No creo que tenga mucho sentido tener mucho dinero a cambio de perder la salud, o tener mucha fama y no tener con quien disfrutarla porque nadie se acerca desde lo genuino sino desde la lambonería y el falso halago.
Creo que definitivamente Antony de Melo tenía razón se requiere viajar en la existencia ligero de equipaje. Disfrutando cada momento, encontrándose con los que se ama, haciendo lo que más nos gusta y trabajando para ser feliz y no un simple esclavo del sistema.
Pienso en la frase que algunos atribuyen a Francisco de Asis y otros a Agustín de Hipona “Deseo poco, y lo poco que deseo lo deseo poco”. Entender que nada en exceso nos da verdadera felicidad y que requerimos aprender a disfrutar la vida con lo que tenemos siempre en condición de dignidad.
Escuche aquí la reflexión de Linero: