Desde la antigüedad el licor ha sido un estimulante para los momentos de alegría y nos ha acompañado e innumerables fiestas. Son muchos los relatos míticos sobre su acción en los seres humanos. Yo recuerdo las fiestas del Caribe Colombiano, cuando yo era niño, en las que con botella en mano , todos bailaban alegremente y compartían el ron en el mismo vaso para todos.
Una de las tentaciones que tiene el ser humano, es querer adulterar el licor, y así sacarle alguna ventaja económica e ingerirlo en grandes cantidades, sin pensar en todo el daño que esta acción puede ocasionar en la vida de quienes lo consumen. El riesgo pasa desde la ceguera, hasta la grave intoxicación, problemas neurológicos, hepáticos, y en el peor de los casos, puede ocasionar la muerte.
Creo que en esta época decembrina, en la que muchas personas planean consumir licor, es necesario ser muy conscientes de lo que se está consumiendo, ya que muchas veces por los mismos efectos del alcohol, se termina sin tener claridad de lo que se está tomando. Hay que comprar en lugares seguros, que cumplan con los requisitos para la venta de este tipo de productos, pero además, hay que estar muy atentos a los sellos de seguridad, que son los que permiten evidenciar que el licor sea completamente legal.
No vale la pena arriesgar la vida por un solo momento de euforia, hay que pensar que lo más importante es poder compartir de manera segura con aquellos a los que amamos. No olvidemos que un trago puede marcar la diferencia y partir en dos la vida de una persona y que por eso es importante que seamos responsables.
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Yo no soy mucho de tomar, pero disfruto ver como aquellos con los que comparto la vida, gozan con unos cuantos tragos, siempre de una manera segura. Vivamos estas fiestas cuidándonos y cuidando a quienes que son importantes para nosotros. En el peor de los casos, el licor y la rumba siempre pueden esperar, pero la vida y la seguridad de los que están en casa y alrededor, no.
Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:
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