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No podemos dejar que el miedo nos gobierne en la pandemia, pero tenemos que ser responsables

Estuve en Santa Marta este fin de semana y me alegró confirmar la paulatina reactivación del turismo. La experiencia me gustó.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: BLU Radio

Este fin de semana estuve en Santa Marta, visitando mi ciudad y recorriendo sus bellezas naturales. Tuve dos experiencias, una en Minca, en Pozo Azul, y otra en Neguanje, en la reserva natural del Parque Tayrona. Fueron buenas vivencias, y aunque sé que el coronavirus no se ha ido y hay que extremar las medidas de bioseguridad, encontré posibilidades de descansar y recargarme emocionalmente con estos lindos paisajes.

Noté cómo el turismo va reactivándose poco a poco con seriedad en el cumplimiento de los cuidados recomendados, pero también cómo algunas personas que normalmente viven en el interior del país, ahora teletrabajan desde Santa Marta y pueden salir a estos paisajes tan hermosos los fines de semana.

La experiencia me gustó y me pareció necesaria, no sólo por el bien que causa poderse liberar de las presiones cotidianas, sino porque sé que en agosto del año pasado la OMS alertaba sobre cómo las repercusiones del COVID-19 en el turismo amenazaban con aumentar la pobreza y las desigualdades y dar al traste con los esfuerzos de conservación natural y cultural.

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La Organización Mundial del Turismo indicaba que la pandemia ponía en riesgo entre 100 y 120 millones de empleos directos del sector y anunciaba una pérdida de entre 910.000 millones y 1,2 billones de dólares en exportaciones del turismo (gasto de las visitas internacionales).

Infortunadamente muchas de esas advertencias se cumplieron. En Colombia, por ejemplo, según las cifras del DANE, el turismo registró una baja del 34%, y no son pocas las empresas que han quebrado y se encuentran en muy mala situación. Lo cual muestra que es necesario ir viviendo la reactivación.

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Aunque tuve una experiencia muy positiva por estar en zonas alejadas y propias para el ecoturismo, quedé preocupado, porque en la ciudad se ha presentado un pico alto de contagio de COVID-19 en marzo. Por esto, se endurecieron las medidas, y a partir de las 00:00 horas del 16 de este mes, hasta las 5:00 am del 27, se amplió el toque de queda que restringe la movilidad de personas y la circulación de vehículos por vías y lugares públicos entre las 8:00 p.m. y las 5:00 a.m. todos los días de la semana. Además, hay ley seca entre las 6:00 p.m. y las 6:00 a.m. y también pico y cédula.

Esa es la realidad de esta pandemia. No podemos ser irresponsables, pero tampoco dejar que el miedo nos gobierne. Vivamos con los cuidados necesarios.

Escuche la reflexión y el análisis de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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