Soy modelo 68. Criado a punta de miradas. En mi casa había momentos en los que mi papá no tenía que hablar, sino simplemente con su mirada me daba indicaciones o me recordaba algún límite que estaba infringiendo. Nunca le tuve miedo, ni sufrí excesos de su corrección. Siempre reconocí su autoridad y su coherencia de vida, me la mostraba una y otra vez.
Todo esto me hizo tener en alta estima el valor de la autoridad. La defino, con James Hunter, como: “El arte de conseguir que la gente haga voluntariamente lo que tú quieres debido a tu influencia personal”. En contraposición al poder, que es: “La capacidad de forzar o coaccionar a alguien, para que éste, aunque prefería no hacerla, haga tu voluntad debido a tu posición o tu fuerza.”
Cuando veo todo lo que está pasando en estos días en nuestra sociedad, observo que hay exceso de poder y falta de autoridad. Tengamos claro que sin la segunda no podemos ser sociedad, porque no lograremos tener un proyecto común que nos permita desarrollarnos. Y es justo eso lo que hoy nos está haciendo falta. A nadie se le reconoce que pueda ejercer realmente ese valor tan necesario.
Ahora, para que haya autoridad se requiere justicia, equidad, oportunidades para todos y reconocimiento de las necesidades de los demás. A veces, en el afán de recomponer toda la situación, desconocemos la importancia de la autoridad, de las instituciones, el valor y el rol que tienen.
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No podemos caer en la anarquía. Necesitamos defender con inteligencia y respeto el acuerdo que nos permite convivir. Sé que hay mucho que transformar, pero para hacerlo es necesario reconocer qué está bien, en que estamos de acuerdo y trazar planes que nos ayuden a seguir adelante.
Esa actitud iconoclasta de derribarlo todo no nos pone en el camino de la soluciones, así como la actitud represiva que desconoce la situación, también cierra posibilidades de resolver los problemas que tenemos.
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Autoridad implica acercamiento, claridad, respeto por el otro y toma de decisiones coherente. Evitemos las simplificaciones o las generalizaciones, entendamos que para salir adelante hay que aprender a ceder y decidir construir, comprender que hay que comenzar las soluciones ya, no esperemos llegar a puntos de no retorno para darnos cuenta de lo que podemos perder.
Necesitamos mejores estructuras y dinámicas sociales, y necesitamos comenzar a trabajar en ellas ya.
Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU: