Admiro y obedezco al papa Francisco; me parece un obispo de Roma cercano, abierto, dispuesto al diálogo, respetuoso de las diferencias y que entiende la pedagogía de la ternura. Sus gestos, sus frases provocadoras, sus temas centrales y su invitación a salir a la periferia para testimoniar la buena noticia del evangelio me emocionan.
Por eso disfruté el documental “Amén, Francisco Responde” dirigido por Jordi Évole, en el que el papa dialoga con 10 jóvenes entre los 20-25 años, de diferentes países. Ellos, con la libertad, el desenfado y la pasión de los jóvenes, conversan con él sobre temas como la migración, el feminismo, el aborto, los derechos LGBTQ+, los abusos en la Iglesia, etc.
Me gusta la actitud de pastor del papa. No juzga, no critica, no señala, no desprecia, sino que escucha y con respeto expone lo que piensa. Rompe esos esquemas de solemnidad que lo único que logran es distanciar a las personas. El grupo es bien variopinto: desde el que se declara ateo, hasta la que vive con mucha fidelidad su fe y la defiende con firmeza; desde la que se declara católica practicante, pero cree en el derecho de las mujeres a decidir abortar, hasta una persona que se declara no binaria.
La producción es impecable, el ritmo del diálogo lo hace agradable y aparta cualquier aparición de apatía o aburrimiento.
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Me impresionó el papa reconociendo que muchas veces la formación en la vida religiosa se basa en el abuso psicológico, como lo propuso la joven Lucía Zegarra. Pero, por otro lado, no me gustaron sus afirmaciones teológicas sobre la posibilidad del presbiterado femenino, porque no creo que sea dogmático que solo puedan participar del sacramento del orden los hombres; es más una situación disciplinar y puede cambiar.
Creo que la misión de la mujer no se reduce a la maternidad. La apóstol Junia (Romanos 16,7) y la diaconisa Febe (Romanos 12,1-2), atestiguan el ministerio de las mujeres en la primitiva comunidad.
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Ojalá muchos cristianos y católicos comprendan que la comunión no se hace despreciando la diferencia, sino desde el respeto y el amor. El Papa dice: “las ideas las podemos negociar la fraternidad nunca”.
Escuche la opinión de Alberto Linero: