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No basta con adquirir buenos conocimientos, es necesario saberse relacionar y resolver conflictos

Por eso cuando hablan de cambios en los pensum, creo que es necesario pensar en incluir la educación emocional.

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Alberto Linero
Foto: cortesía Alberto Linero

Las cifras de Medicina Legal nos muestran cómo los colombianos tendemos a resolver nuestros conflictos violentamente. Y considero que una de las causas está en que somos analfabetos emocionales. Es decir, nuestra educación está centrada en la adquisición de conocimiento y desarrollo de nuestras habilidades cognitivas y desconoce la importancia de las emociones en todas las dimensiones de la existencia humana.

No es extraño que encontremos grandes doctores que no saben cómo manejar sus emociones. Por eso cuando hablan de cambios en los pensum, creo que es necesario pensar en incluir la educación emocional, que se puede definir, según los expertos, como “el proceso de enseñanza de las habilidades emocionales mediante el acompañamiento y apuntalamiento de la persona en el ejercicio y perfeccionamiento de las mismas.” -cierro cita-, y que fundamentalmente busca una sana gestión de las emociones, lo que implica reconocerlas, aceptarlas, expresarlas adecuadamente y aprovecharlas como palancas de crecimiento en el desarrollo del propio proyecto de vida.

No basta con adquirir buenos conocimientos, es necesario saberse relacionar y resolver conflictos, y eso implica estar al tanto de qué hacer con esos impulsos emocionales que provocan los estímulos que se reciben diariamente. Nadie puede dejarse esclavizar por esas reacciones interiores, ya que de ser así terminará siendo predecible, experimentando un desequilibrio como el de una montaña rusa y teniendo acciones agresivas.

Ahora, la educación emocional exige entrenamiento más que clases magisteriales; simulaciones más que discursos lógicos y coherentes; experiencias más que tareas de memorias. Sin pedagogías que desarrollen habilidades socioemocionales, no podremos transformar positivamente la cultura de violencia en la que vivimos. Durante el último año hemos estado trabajando con la Casa del Maestro de La CUC, en una investigación que nos muestre el peso de las emociones de los actores en las aulas.

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Si no tomamos conciencia de ello, las medidas para cambiar las dinámicas violentas quedarán siempre ineficaces, porque podremos conocer, analizar y criticar sus causas, pero difícilmente tomaremos acciones reales en la vida cotidiana que logren contrarrestarlas. Poner atención a la vida emocional es un paso urgente que nuestra sociedad necesita dar.

Escuche la opinión de Alberto Linero:

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