Se volvió viral un vídeo en el que un colombiano increpa en Miami al exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla delante de su familia: “El sinvergüenza Carrasquilla, el sinvergüenza, velo ve´ ¿No te da vergüenza con tu familia?” grita el ciudadano mientras graba, a lo que el exfuncionario responde: “No”. Mientras, el hombre seguía gritando: “Tienes que pedirle perdón a Dios, sinvergüenza”, luego posteó en Instagram el vídeo con el siguiente texto: “Este señor incendió al país y hoy lo vemos disfrutando aquí en Miami”.
No conozco al Dr. Carrasquilla, nunca he hablado con él, de hecho, en varias ocasiones manifesté aquí mi desacuerdo con algunos puntos de la reforma tributaria y con el momento y la forma cómo se presentó ante el congreso; pero no estoy de acuerdo con este tipo de acciones, ni creo que ayuden a solucionar nada.
Entiendo que, si alguien considera que otro ha cometido un delito, debe denunciarlo ante las autoridades competentes, y estas deciden si lo es o no. No estamos en el lejano oeste, donde cada uno hace la justicia según le parece. No validemos que cualquiera se sienta con libertad de agredir con palabras a los demás en su experiencia familiar; tenemos que ser respetuosos. No somos los dueños de la moralidad, ni podemos creernos mejores que otros. Juzgamos hechos como realidades objetivas y demostramos en ellas lo malo que hay, pero no creamos que nuestra interpretación –por muy popular que sea- es la verdad absoluta y debe imponerse.
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Seguro el Dr. Carrasquilla con todos los errores y las equivocaciones que pudo cometer, trató de prestar un servicio al país. Muchos podemos evaluarlo como malo, bueno o regular; pero no por ello hay que agredirlo verbalmente. Debemos respetar a las personas y valorarlas en sus contextos. Creo en la sanción social, pero no creo que esta sea insultando a otros. El camino nunca será la violencia de ningún tipo, necesitamos comportarnos de manera ética y ejemplar si queremos cambiar todo lo que estamos viviendo.
Sé que lo más popular hoy es aplaudir los linchamientos verbales que se dan en las calles y en las redes, pero mi opción de no violencia, nacida en el Sermón de la Montaña, no me lo permite. Todos tenemos que logar que esta sociedad sea más justa y más equitativa, pero no es con golpes, gritos, ni muertos como lo vamos a conseguir. No olvidemos: la violencia nunca es buena.
Se volvió viral un vídeo en el que un colombiano increpa en Miami al exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla delante de su familia: “El sinvergüenza Carrasquilla, el sinvergüenza, velo ve´ ¿No te da vergüenza con tu familia?” grita el ciudadano mientras graba, a lo que el exfuncionario responde: “No”. Mientras, el hombre seguía gritando: “Tienes que pedirle perdón a Dios, sinvergüenza”, luego posteó en Instagram el vídeo con el siguiente texto: “Este señor incendió al país y hoy lo vemos disfrutando aquí en Miami”.
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No conozco al Dr. Carrasquilla, nunca he hablado con él, de hecho, en varias ocasiones manifesté aquí mi desacuerdo con algunos puntos de la reforma tributaria y con el momento y la forma cómo se presentó ante el congreso; pero no estoy de acuerdo con este tipo de acciones, ni creo que ayuden a solucionar nada.
Entiendo que, si alguien considera que otro ha cometido un delito, debe denunciarlo ante las autoridades competentes, y estas deciden si lo es o no. No estamos en el lejano oeste, donde cada uno hace la justicia según le parece. No validemos que cualquiera se sienta con libertad de agredir con palabras a los demás en su experiencia familiar; tenemos que ser respetuosos. No somos los dueños de la moralidad, ni podemos creernos mejores que otros. Juzgamos hechos como realidades objetivas y demostramos en ellas lo malo que hay, pero no creamos que nuestra interpretación –por muy popular que sea- es la verdad absoluta y debe imponerse.
Seguro el Dr. Carrasquilla con todos los errores y las equivocaciones que pudo cometer, trató de prestar un servicio al país. Muchos podemos evaluarlo como malo, bueno o regular; pero no por ello hay que agredirlo verbalmente. Debemos respetar a las personas y valorarlas en sus contextos. Creo en la sanción social, pero no creo que esta sea insultando a otros. El camino nunca será la violencia de ningún tipo, necesitamos comportarnos de manera ética y ejemplar si queremos cambiar todo lo que estamos viviendo.
Sé que lo más popular hoy es aplaudir los linchamientos verbales que se dan en las calles y en las redes, pero mi opción de no violencia, nacida en el Sermón de la Montaña, no me lo permite. Todos tenemos que logar que esta sociedad sea más justa y más equitativa, pero no es con golpes, gritos, ni muertos como lo vamos a conseguir. No olvidemos: la violencia nunca es buena.
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Escuche aquí la opinión de Alberto Linero en Mañanas BLU:
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