Se dice que una de las soluciones los problemas del país, es la educación , porque creemos que en ella se genera el espacio para crear conocimiento, compartir significados, develar y negociar sentidos y desarrollar las habilidades que se requieren para ser feliz como un individuo que contribuye a que la sociedad sea más justa, productiva y equitativa. Por eso, debemos evaluar constantemente los procesos educativos.
En Colombia, las pruebas Saber son la principal medición de la calidad de la educación. Y por eso preocupa que en el último resultado, de 500 puntos posibles, el promedio nacional fue de 250, que significa 2 puntos porcentuales menos que en 2021 y 14 menos que en 2016, que fue cuando comenzó a bajar, añadiendo que el 62,4% de los colegios está por debajo del promedio.
La pregunta obvia que toca hacer es: ¿Ha bajado la calidad de la educación en Colombia? La respuesta cuantitativa es sí, y eso debe alertarnos y llevarnos a proponer acciones que nos ayuden a encontrar las causas y a propiciar las respuestas para resolver la situación.
Este problema atañe a todos los actores del acto educativo. No se trata de buscar culpables como si eso solucionara mágicamente el problema. Necesitamos analizar los planes de estudio, las pedagogías, las metodologías, las didácticas que se están usando, la formación de los docentes, el contexto en el que se realiza el proceso educativo y la manera en que se evalúa.
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La educación es mucho más que transmisión de conocimientos, implica las complejidades propias de la cultura y las mediaciones pedagógicas. Creo, con Joan Ferres, que necesitamos trabajar para que el discurso educativo despierte el deseo de los estudiantes y les permita sentir la pertinencia de lo que aprenden; pero a la vez, que revisemos la influencia de la emocionalidad en el proceso mismo.
En estos días estoy dirigiendo una investigación en la Universidad de la Costa titulada: “La emocionalidad del discurso educativo en los profesores de la Universidad de la Costa: Significados, Tensiones y Desafíos” en la que buscamos entender el rol que juega la emocionalidad de los docentes en el proceso de educación. Por algo hay que comenzar.
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