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Nada dura para siempre: si queremos ser felices, debemos aceptar que todo tiene un cierre, un final

Cuando leí la noticia del adiós de Marcelo Gallardo a River Plate, pensé en cuántos siguen aferrados a oficios, encargos, relaciones o proyectos que ya no dan para más ni los motivan.

Alberto Linero - Miguel Gallardo.jpg
Alberto Linero - Miguel Gallardo
Fotos: Instagram @PLinero - AFP, referencia

Quisiéramos que todo durara para siempre, pero nuestra condición temporal hace que todo tenga fin. Y si queremos ser felices, tenemos que aceptarlo y aprender a enfrentarlo con inteligencia, responsabilidad y libertad. Muchos de los sufrimientos que tenemos son ocasionados por no aceptar el cierre de algunos ciclos, y permanecer tercamente tratando de revivir lo que está muerto, de transformar lo que ha agotado sus posibilidades y de sostener relaciones que hacen más daño que bien.

Me interrogo mucho sobre ¿cómo saber cuándo cerrar un ciclo? ¿Cuándo renunciar y decir: “estoy listo para otro desafío”? No es fácil, pero es que no nos forman para ello.

Cuando leí la noticia de que el director técnico Marcelo Gallardo había decidido poner fin a su ciclo en River Plate, después de 8 años de dirigirlo y de conseguir 14 títulos, pensaba en cuántos siguen aferrados a oficios, a encargos, a relaciones, a proyectos que ya no dan para más, que ya no los motivan, que no les permiten crecer y que han generado situaciones tóxicas, pero siguen allí aferrados y sin querer evolucionar; otros prefieren que los echen, que les acaben la relación o simplemente dejan de ser productivos en esas situacionespara creer que no son los culpables del fin, sino que son los otros. Como si fueran víctimas de su historia y no protagonistas.

Debemos vivir con conciencia, conectados con el presente, siendo conscientes de la manera como estamos llevando la vida, descubriendo si somos felices en lo que hacemos o no; sin esa evaluación objetiva, corremos el riesgo de llenarnos de rutina y no crecer integralmente. Es importante saber soltar, entender que algunas realidades nos dañan más en la medida que las retenemos codiciosamente.

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Dar gracias por lo vivido, entendiendo que la vida exige nuevos aprendizajes, experiencias y desafíos. Confiar y creer en lo que podemos hacer con nuestras habilidades y capacidades, y ser valientes, porque en el futuro tendremos oportunidades que seguro seremos capaces de aprovechar. En algunos casos se requiere ayuda profesional y hay que asumirla sin miedo, porque nadie es perfecto y somos los sanos los que necesitamos orientación psicológica para seguir adelante.

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