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El caso de Mauricio y Yhonier Leal me trae a la memoria el relato de Caín y Abel

Este caso particular, que se ha resuelto rápidamente por la investigación de la Fiscalía, nos permite cuestionar cómo nos relacionamos con nuestras familias.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: Instagram @PLinero

A pesar de todos los relatos de ficción que hemos leído, o de las macabras historias que escuchamos, hay noticias que nos estremecen y nos dejan perplejos, como la de ayer, sobre que Yhonier Leal aceptó haber asesinado a su hermano Mauricio y a su madre .

Más allá de las explicaciones legales y forenses que se han realizado, creo que esta dramática situación posibilita una seria reflexión existencial. ¿Qué motiva a un hijo y a un hermano a cometer este asesinato? ¿Qué valores mueven a quien actúa así? ¿Qué tipo de relación tuvieron para este desenlace? ¿Cuál es su perfil psicológico?

La situación me trae a la memoria el relato de Caín y Abel, de Génesis 4, 1-16, en el que se dice que ambos ofrecieron sus sacrificios a Dios en sus respectivos altares y Dios prefirió la ofrenda de Abel (las primicias y la grasa de sus ovejas) a la de Caín (dones de los frutos del campo), lo cual ocasionó que este último enloqueciera de celos, de envidia y matara a su hermano.

El relato, más que una crónica histórica de un acontecimiento, es la develación de esa tendencia de la condición humana de hacer violencia contra aquel que es objeto de la envidia , sin importar qué tipo de relaciones se tengan, y creer que los problemas se resuelven eliminando al otro, olvidando que la envidia, los celos, la avaricia, tienen su causa primera en el interior de cada uno y que no se solucionan con acciones externas, sino con asumir quién se es, qué se tiene y qué se puede realizar.

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A veces somos muy ligeros en generalizar que todas las familias tienen relaciones sanas y que sus miembros saben resolver los conflictos interiores que se generan; situaciones como esta, demuestran que no todos tienen las condiciones necesarias para gestionar las emociones que los impulsan.

Este hecho particular, que se ha resuelto rápidamente por la investigación de la Fiscalía, nos permite cuestionar cómo nos relacionamos con nuestras familias, la forma en la que realizamos nuestros proyectos de vida y los valores que nos mueven. No dejemos que la envidia se apodere del corazón.

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Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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