Son muchas las paradojas que se presentan en la vida; como algunas dinámicas que celebramos por positivas y que a la postre terminan generando procesos negativos en la sociedad.
Por ejemplo, una de ellas es cómo la disminución de la mortalidad, y el aumento de la expectativa de vida -que son muestras de progreso para la sociedad-, combinados con situaciones como la disminución de la natalidad y la muerte de muchos jóvenes, llevan a lo que se conoce como el envejecimiento demográfico, es decir, tenemos una sociedad mayoritariamente más vieja.
Esto del envejecimiento demográfico se entiende como el incremento sostenido de la proporción de adultos mayores (60 años o más) dentro del total poblacional. Es una tendencia mundial, pero me llamó la atención que el Dane nos informaba la semana pasada que en 2050 en Bogotá, el 27,4 % de los habitantes tendrá más de 60 años, cifra muy por encima del promedio actual, que está en el orden del 14%. Y una investigación desarrollada por Doris Cardona Arango, investigadora de la Universidad CES de Colombia, y Enrique Peláez, de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, indica que en el año 2050 en el país “habrá 101 personas mayores de 65 años por cada 100 jóvenes menores de 15 años”, es decir, seremos una población más vieja.
Más allá de todas las situaciones personales que eso genera, y la preparación que se requiere para vivir esta etapa individualmente; esto causa algunos problemas serios para la sociedad: el impacto en el crecimiento económico, porque habrá menos personas en edad productiva frente a las de tercera edad; además de las complicaciones en el ahorro, la inversión, el consumo y los mercados de trabajo; el tema de las pensiones y el estado de bienestar de estas personas mayores que ya no están en actitudes de producir.
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¿Cómo nos estamos preparando para ello? ¿Qué estrategias se están realizando para enfrentar esta dinámica? Tengamos claro que el envejecimiento demográfico es permanente. Un dato que puede ayudar es la migración desde Venezuela de tantos jóvenes. La vejez implica no sólo prepararse para el deterioro físico, sino el de todas las dimensiones de la vida.
Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:
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