Los libros han sido siempre para mí, un lugar de refugio. Recuerdo que cuando tenía cinco años y la oscuridad de mi cuarto me generaba miedo, mi abuela materna se hacía a mi lado y me leía algunos cuentos, y de alguna manera las páginas y las frases, me llenaban de valor, me hacían viajar por mundos maravillosos e iban estimulando mi imaginación. No creo que haya pasado un día de mi vida en que no haya leído las páginas de algún libro. Leo de todo, especialmente de Educación, Psicología, Teología y Literatura; algunas veces para preparar clases o conferencias, otras simplemente por el placer de sentir el roce y el olor del papel en las manos.
De las pocas cosas buenas que ha dejado la pandemia, es que los colombianos leen más, de hecho, Buscalibre vendió 24.800 libros durante el pasado cyberlunes, una cifra que es 155 % superior en comparación con la jornada de 2019, en la que se vendieron 9.700 unidades. Ahora, según los datos de la Cámara del Libro, un colombiano lee en promedio casi 3 libros por año, cifra que cada vez va creciendo, pero que todavía está lejos de países como Argentina y Chile, donde se leen por lo menos 5.7 y 5.4 libros por persona.
La invitación es a leer más, eso tiene muchas ventajas: amplía el vocabulario, reduce el estrés, mejora la reserva cognitiva, aumenta la concentración y ayuda la memoria, pero sobre todo, nos hace conocer visiones del mundo diferentes a las nuestras, nos permite entrar en dialogo con ellas y ser más respetuosos de la diferencia.
Hay que leer críticamente, siendo capaz de preguntar al texto, contrastar las ideas, darse la oportunidad de estar en desacuerdo, pero entendiendo y comprendiendo lo que el autor expresa. Una de las grandes tragedias de los fanáticos y violentos, es que discuten y niegan a los autores sin leerlos, sin conocer sus argumentos, y muchas veces dejándose llevar solo por el título.
Publicidad
Las temáticas predilectas durante la pandemia han sido literatura y ficción; además, se presenta un incremento en categorías como bienestar y autoayuda. Acabo de terminar de leer Leandro de Alonso Sánchez Baute, una novela preciosa sobre la vida del juglar Leandro Díaz, y ahora leo “Cuando éramos felices pero no lo sabíamos” de Melba Escobar, donde nos muestra con su característica capacidad descriptiva, la tragedia de la migración venezolana. Leer nos hace más felices.
Escuche la reflexión y la opinión de Alberto Linero en Mañanas BLU:
Publicidad