En medio de la cuarentena, avanza silenciosamente una situación muy complicada para los exguerrilleros de las Farc y sus familiares, que siguen siendo asesinados en sus territorios.
El caso más reciente ocurrió en Santa Lucía, Ituango, muy cerca de una de las antiguas zonas de concentración de las Farc en donde fueron asesinadas tres personas, entre ellas dos menores de edad.
Se trata de Camilo Sucerquia, de 15 años de edad, hijo de una exintegrante de las Farc, Camilo Barrera, también familiar de un exguerrillero y William Pérez, conductor de un bus escalera, quienes según el Ejército habrían sido asesinados por el Clan del Golfo.
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El caso llegó hasta la ONU, que por medio del jefe de la misión para la implementación del acuerdo de paz, Carlos Ruiz Massieu dijo que se requieren medidas urgentes para proteger a la comunidad y quienes siguen comprometidos con su proceso de reincorporación.
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De acuerdo con el Centro De Recursos para Análisis del Conflicto, Cerac, en los primeros cinco meses del año aumentó en un 51 por ciento el número de muertes relacionadas con violencia política al pasar de 53 casos en 2019 a 80 en 2020.
De igual manera, según el monitoreo de violencia política en Colombia del mismo centro, durante la pandemia aumentaron los homicidios relacionados con pensamientos o ideologías en un 38 por ciento, al pasar de 21 casos en 2019 a 29 casos en 2020.
Las principales víctimas fueron activistas políticos regionales y dirigentes de juntas de acción comunal y estos actos violentos fueron cometidos principalmente en zonas de disputa en donde hay un común denominador: la producción y tránsito de cocaína, es decir, el Catatumbo, Bajo Cauca antioqueño, norte del Cauca y Tumaco.
Según el más reciente reporte, 199 exguerrilleros de las Farc y 34 de sus familiares han sido asesinados tras la firma del acuerdo de paz.
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El Estado tiene el deber de proteger la vida de quienes dejaron las armas y siguen comprometidos con el acuerdo de paz. Hasta ahora la incapacidad para garantizar la seguridad de más de diez mil excombatientes y sus familias ha sido estruendosa. Ojalá que a punta de fusil y de muerte no se termine escapando de las manos este compromiso de paz.
Escuche la opinión y el análisis de Ricardo Ospina en Mañanas BLU:
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