Desde marzo del año pasado soy uno de los 260 millones de personas que calcula la OIT que teletrabajan en el mundo.
Tanto el programa de Televisión en el canal Caracol, como mis intervenciones en BLU y las clases en la Universidad de la Costa, los realizo desde casa.
Ha sido una experiencia enriquecedora, porque me ha exigido transformar algunos hábitos y prácticas de vida.
Cuando evalúo la experiencia, encuentro muchos aprendizajes, crecimientos personales y algunos desafíos que tengo que enfrentar con inteligencia, responsabilidad y sinergia para no permitir que se me vuelvan un ancla que no me deje fluir.
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Las ventajas que he experimentado son: no tenerme que desplazar me ocasiona un ahorro económico interesante, al tiempo me permite reducir algunas fuentes de estrés como las dificultades de movilidad en nuestra ciudad, tener flexibilidad de horarios y la reducción de la huella de carbono e impacto ambiental de mis desplazamientos.
También es cierto que esos pequeños viajes cotidianos eran positivos en la medida en que ayudaban a desconectarme.
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Además de eso, me ha generado unos desafíos que creo no he dejado que se vuelvan verdaderos problemas: la posibilidad de encontrarme con las personas con las que hago equipo de trabajo, al verse reducida, puede hacer que se pierda el ambiente laboral; la sobre exposición ante las pantallas y el sedentarismo; pero tal vez la más importante sea dejar que se pierda la frontera entre la dimensión privada y la laboral, ya que podríamos tener la tentación de estar todo el tiempo conectados, dejando que el trabajo invada momentos muy personales, como la comida en familia, o no deje espacio para el ocio.
El teletrabajo es uno de los regalos de la pandemia, esto es, creo que en algunos casos llegó para quedarse y por eso es necesario tener presente la advertencia que hacía la OIT ayer, en términos de que los empleados necesitarán una mayor protección y mejor conocimiento de derechos y riesgos asociados a esta nueva forma de vida en este último aspecto, es decir, en el entender que no todo puede ser trabajo, que necesitamos espacio para la familia, el ocio y el descanso.
Bienvenido el teletrabajo a casa, pero siendo muy organizados, sin permitir que invada toda la vida. Hay que precisar con disciplina los momentos y lugares para ejercerlo. Ojalá él nos ayude a crecer en autonomía y responsabilidad, estableciendo siempre la pirámide de prioridades para ser verdaderamente felices.
Escuche la reflexión y el análisis de Alberto Linero en Mañanas BLU:
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