Llegó la hora de la seriedad por parte de la Fiscalía para definir con prontitud el caso Uribe

El futuro judicial del expresidente Álvaro Uribe en el proceso que se adelanta en su contra desde hace más de cinco años por presunto soborno y manipulación de testigos, tiene un nuevo fiscal que en teoría debe dar la última palabra en el caso.

Después de un trámite muy enredado en la Unidad Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, en donde el proceso Uribe ha pasado por las manos de cinco fiscales distintos, ahora el turno le correspondió a Gilberto Iván Villarreal Pava, un curtido funcionario judicial que cuenta con 90 días hábiles para definir si el expresidente debe ir a juicio o si por el contrario, insiste en la tesis que ya ha sido derrotada dos veces, según la cual, Uribe no habría cometido los delitos por los que está siendo investigado.

Villarreal fue designado para asumir el caso Uribe luego de la increíble situación que se presentó la semana pasada: primero renunció a su cargo el fiscal Andrés Palencia, faltando solamente un día para que se le cumpliera el plazo legal para definir el futuro de Uribe y luego, el fiscal general Francisco Barbosa designó en su reemplazo a Víctor Salcedo, quien tuvo que declararse impedido porque recientemente había escrito una columna de opinión defendiendo al expresidente.

Increíblemente por el caso Uribe han pasado los siguientes fiscales: Gabriel Jaimes, Javier Cárdenas, Andrés Palencia, Víctor Salcedo y ahora Gilberto Villarreal.

El gran reto que tiene ahora el fiscal Villarreal es asumir de manera prioritaria el expediente contra el expresidente Uribe, que tiene como telón de fondo las denuncias sobre sus presuntos vínculos con el paramilitarismo, para tomarse el menor tiempo posible, con base en todos los elementos probatorios, para definir la posición de la Fiscalía ante el Tribunal Superior de Bogotá y evitar en cualquier caso que por cuenta de ires y venires judiciales, el caso Uribe termine en la impunidad por una eventual prescripción de los delitos investigados. A Villarreal hay que protegerlo, darle todas las garantías para su trabajo y hay que exigirle decisiones prontas y transparentes.