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La verdad absoluta solo la tiene Dios, lo demás son solo opiniones que tienen las personas

No todas las opiniones tienen el mismo valor; algunas están fundamentadas en hechos y se sustentan con argumentos propios de conocedores del tema, mientras que otras nacen del sentido común.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Alguien me decía con fiereza: “¡Tienes que respetar mi opinión!”. Le hice algunas preguntas y decidí no continuar la conversación, pues noté que no había posibilidades de comprensión mutua, que es, en realidad, el propósito de toda conversación. Sin embargo, me quedé reflexionando sobre un error común: creer que respetar las opiniones de los demás significa no cuestionarlas, contrastarlas o debatirlas.

Una opinión es un juicio o valoración personal sobre un tema particular. Se caracteriza por ser subjetiva, variable y expresable, y no siempre se basa en hechos. Las opiniones no son verdades absolutas ni Palabra de Dios. Por eso, debemos recordar que se respeta a las personas que emiten las opiniones, pero no estamos obligados a aceptarlas sin un análisis crítico. El respeto hacia los seres humanos implica valorar su dignidad como individuos, independientemente de sus creencias, ideas u opiniones. Esto nos lleva a escucharlos activamente, a considerar su punto de vista y a tratarlos con cortesía y empatía.

Sin embargo, aunque es importante escuchar y valorar las opiniones ajenas, no estamos obligados a estar de acuerdo con ellas. El respeto por las opiniones se manifiesta en reconocer el derecho de cada persona a tener su propia perspectiva, evitando juzgar o descalificar sus ideas de manera superficial.

No todas las opiniones tienen el mismo valor; algunas están fundamentadas en hechos y se sustentan con argumentos propios de conocedores del tema, mientras que otras nacen del sentido común o de experiencias personales. En un ambiente polarizado como el actual, debemos tener cuidado de no irrespetar a las personas solo porque tienen una ideología política, una creencia religiosa o una opción de vida diferente a la nuestra. Al mismo tiempo, debemos ser firmes al examinar críticamente las opiniones que se nos presentan y entender que cuando alguien rechaza nuestra opinión, no nos está atacando personalmente.

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Las personas que han evolucionado espiritualmente saben discernir que no todo es personal y que ellas no son sus opiniones. Por lo tanto, cuando alguien critica sus argumentos, no necesariamente las está atacando como personas.

Las opiniones son una parte fundamental de la comunicación humana y nos permiten expresar nuestra individualidad. Al comprender cómo se forman y se expresan, podemos comunicarnos de manera más efectiva y construir relaciones más sólidas.

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