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"Solidaridad con el Catatumbo no es opción, es una responsabilidad": Alberto Linero

Ser solidarios no solo cambia la vida de quienes sufren, también transforma la nuestra, devolviéndonos a lo esencial: la humanidad que compartimos.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Durante 26 años tuve el privilegio de trabajar en la obra del Minuto de Dios, un lugar donde servir y ayudar al necesitado era nuestra misión diaria. Participé en numerosas campañas destinadas a ofrecer una segunda oportunidad a personas que, por diversas razones, lo habían perdido todo.

Fui testigo de la alegría de familias al recibir un techo digno, colaboré para que niños y jóvenes de escasos recursos pudieran acceder a una educación, siempre actuando como mediador entre la solidaridad de unos y la necesidad de otros.

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Por eso puedo afirmar, con certeza, que los colombianos somos solidarios. Siempre que alguien entre nosotros necesita ayuda, compartimos lo que tenemos, extendiendo una mano amiga para aliviar sus necesidades.

Hoy, cuando más de 40.000 personas en la región del Catatumbo enfrentan el desplazamiento forzado, es momento de recordar que ellos son nuestros hermanos. Han tenido que abandonar sus hogares, sus sueños y, muchas veces, hasta su esperanza.

Están atrapados en una incertidumbre que les impide saber si algún día volverán a sentir la seguridad de un hogar.

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Frente a esta dolorosa realidad, la solidaridad no es una opción, es una responsabilidad ética y humana. Es el puente que nos conecta con el dolor ajeno, que nos recuerda que, aunque no vivamos sus circunstancias, tenemos el poder de ofrecer un poco de alivio en medio de su tormenta.

La solidaridad no necesita gestos grandiosos; lo que requiere son corazones dispuestos. Un acto de bondad, una palabra de consuelo, un aporte material o simplemente visibilizar su situación son formas concretas de decirles: “No están solos, estamos con ustedes”.

Ser solidarios no solo cambia la vida de quienes sufren, también transforma la nuestra, devolviéndonos a lo esencial: la humanidad que compartimos.

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El llamado es claro: actuemos con empatía. Veamos en los desplazados del Catatumbo no cifras ni noticias lejanas, sino rostros, familias y sueños que merecen dignidad y apoyo. Su dolor nos recuerda que la vida es frágil y que, en cualquier momento, podríamos ser nosotros quienes necesitemos ayuda.

Busca una campaña, involúcrate y hazles sentir que no están solos. La solidaridad de cada uno puede marcar la diferencia.

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