Este martes me sorprendió la muerte de Omar Geles , ese gran compositor vallenato que tantos éxitos realizó. La última vez que hablé con él fue en Santa Marta, en Puerto Salguero. Me insistió en que organizara una de esas poesías que él sabía que yo escribía sobre mi experiencia de vida y que la compartiera para que él, con su genio musical, la convirtiera en una canción .
Me emocioné con su idea y le dije que sí, que pronto lo haría. Emocionado, garabateé los versos y hasta algún sonsonete le agregué, esperando encontrar el momento para entregárselos. Por esa manía que tenemos los humanos de procrastinar, no lo hice y ya hoy él no está.
Son varias las lecciones de vida que me surgen de esta triste experiencia. La más obvia e inmediata es que no somos dueños de la vida y que esta se puede ir en cualquier momento. Lo cual nos deja con el compromiso de concentrarnos en el presente, sacarle todo el jugo posible y hacer lo que corresponda para que, cuando la muerte interrumpa esta vida, no nos quedemos con la idea de que hizo falta mucho por hacer.
Pero, tal vez la lección más personal, es que no puedo vivir aplazando lo que tengo que hacer, sino que debo llenarme de seguridad y confianza para hacer lo que quiero y puedo hacer inmediatamente. El miedo al fracaso, el perfeccionismo y el no organizar bien el tiempo pueden ser las causas por las que uno procrastine y no actúe con la celeridad que la vida exige.
De hecho, ayer otro amigo, el cantante de vallenato Michel Torres, me reclamó porque muchas veces me preguntó si ya le había enviado la canción al maestro Omar Geles y siempre le decía: "Pronto lo haré". Me dijo: "¿Viste, bro? No somos dueños del destino y por eso no podemos dejar para mañana lo que podemos hacer hoy". Además del dolor por su muerte, me quedan varias lecciones de vida.
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