Muchas veces como presbítero de la Iglesia Católica presencié matrimonios, fui testigo de cómo muchas parejas se comprometían a amarse durante toda la vida y celebraban el sacramento del matrimonio. También fui testigo, conciliador, mediador en muchos conflictos de pareja; algunas veces podían construir soluciones estando juntos y otras veces tenían que separarse inteligentemente. Esas experiencias me hicieron entender que esa decisión exige un alto grado de madurez, porque la construcción de un proyecto común en la convivencia diaria, nunca es fácil, a pesar de que en el enamoramiento se crea que sí.
Por eso, no creo que un niño o una niña de 14 años estén preparados para casarse. Hay que recordar que por ejemplo, en el 2019 hubo 341 matrimonios civiles que involucraban a menores de edad. No creo que tengan la conciencia y la madurez que ese tipo de decisiones requieren. Es por ello que estoy de acuerdo con el concepto presentado ante la Corte Constitucional, en el marco del estudio de la demanda contra varios artículos del Código Civil, que reglamenta las normas para la Protección de Personas con Discapacidad Mental y se establece el Régimen de la Representación Legal de Incapaces Emancipados por el ministerio de Salud. Más exactamente, se pide en el documento que se declare la inconstitucionalidad de los artículos 117, 140 y 143 del Código Civil, al considerarse que ponen en riesgo varios derechos fundamentales, al establecer la edad de 14 años como la mínima para casarse en Colombia.
Los argumentos que ellos expresan allí son: 1. “La evidencia ha demostrado que el matrimonio en menores de 18 años es un factor de riesgo para aumentar los embarazos en la adolescencia, y la maternidad y paternidad temprana” esto teniendo presente una advertencia de la OMS; lo cual implica que los niños, y especialmente las niñas, asuman compromisos y obligaciones de adultos. 2. Es “una práctica nociva que afecta a las mujeres y niñas en Colombia” y que puede terminar abriendo la puerta para la explotación infantil.
Espero que esta norma se pueda cambiar y que entendamos que la niñez es un proceso en el cual no se puede pensar en matrimonio.
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Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU: