He vivido en medio de la tanatofobia y la tanatofilia. Entre el miedo a la muerte y el deseo por saber qué hay detrás de ella, ya que estoy seguro de que es una invención de la vida y no la última palabra de nuestra existencia.
Por eso, ayer me impactó mucho leer una expresión contundente del entrenador de fútbol Sven-Göran Eriksson: “Me queda un año de vida como máximo”. Esto debido a un cáncer que padece hace un tiempo. Creo que esa situación es oportuna para entender que la muerte solo tiene sentido si la vida tiene sentido. Lo cual implica que cada uno de nosotros se dedique a vivir con la pasión, la libertad, la inteligencia y la responsabilidad que ella exige. La única certeza que tenemos es el presente y nos debemos concentrar en él, sabiendo que todo pasa.
Soy creyente católico, creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna. Con la claridad de que es una apuesta existencial, para encontrarle sentido a lo que hago a diario. Por eso, hoy quisiera invitarte a no perder de vista tres elementos esenciales para la vida cotidiana:
- Conciencia, que sepas quién eres, dónde estás y qué estás haciendo con tu vida, apártate de esas dinámicas automáticas que te llevan a existir como un robot.
- Conexión con el presente, vive vinculado con el hoy, no llorando un ayer que ya no existe, ni ansioso por un futuro que no sabes cómo será.
- Gozo, trata de disfrutar cada momento que experimentas, privilegia esas situaciones que te generan alegría y te hacen encontrarle sentido a lo que haces. Aprovecha a los que están cerca, esos que te aman y que tú amas, ellos son lo más valioso. A veces, te amargas por opiniones de personas que no importan en tu vida y que sólo buscan un poco de atención.
Mi apuesta es que viviendo de esa manera podremos disfrutar la muerte no como un final, sino como un parto a algo mejor.
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