Cuando algunos escuchan la frase "el machismo mata", creen que se trata de una exageración, pero basta con recordar que en Colombia, en el año 2023, más de una mujer al día murió a causa de feminicidios . Según el Observatorio de Feminicidios Colombia, perdieron la vida 520 mujeres víctimas de este flagelo. En lo que va del 2024, ya son 28 las mujeres víctimas de femicidio en Colombia, y el Ministerio Público ha emitido 84 alertas derivadas de valoraciones por violencia intrafamiliar o de pareja realizadas por Medicina Legal.
Por eso, la mejor manera de conmemorar el Día Internacional de la Mujer es comprometerse individualmente a promover un pensamiento, un lenguaje, unas actitudes y unas acciones de equidad de género. Es necesario luchar por crear un contexto cotidiano en el que no haya cabida para ningún tipo de discriminación por razón de género. Esto implica reconocer lo que no hemos hecho bien, sin ningún tipo de excusa, y desaprender formas de relacionarnos que implican subordinación, descalificación y condescendencia.
Personalmente, me he embarcado en esta empresa de renovar mi mente, deconstruyendo cualquier patrón, expresiones y comportamientos machistas. No ha sido fácil para mí, un hombre de 55 años, que se formó en estructuras en las que se creía que el género determinaba ciertos roles laborales, que la feminidad se expresaba exclusivamente en la ternura, y que las labores domésticas y de cuidado eran exclusivas de las mujeres.
Sin embargo, lo que más dificultades me ha generado y se ha convertido en un ejercicio de militancia activa es que la institución religiosa a la que pertenezco no permite a las mujeres ejercer el sacramento del orden. Para mí, esto representa un error que no sólo ignora la historia de las primeras comunidades, sino también la teología misma. Los argumentos que se esgrimen son todos débiles y fundamentalistas.
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Creo que la mujer ocupará un lugar de equidad en la Iglesia católica no solo por los roles que el Papa Francisco ha otorgado en la estructura, sino cuando se comprenda que las mujeres pueden presidir, como ministros ordenados, los sacramentos.
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