
La incómoda pregunta que casi todos los seres humanos nos hacemos en la vida
Es una inquietud existencial profunda que, más que responderse con cifras o logros, nos obliga a mirar dentro de nosotros mismos.

Publicidad
Publicidad
Publicidad
En momentos de introspección reviso todo lo que he vivido y surge una pregunta inevitable: ¿Podría haber hecho más con mi vida? A veces me respondo que no, que he dado lo mejor de mí con las herramientas que he tenido, siempre tratando de actuar con responsabilidad y entrega. Pero en otras ocasiones me invade la sensación de que aún me faltó mucho por hacer.
Ayer, mientras leía un texto de Marina van Zuylen, filósofa y académica especializada en literatura comparada y teoría crítica, me encontré con una idea poderosa: esta es una pregunta que casi todos los seres humanos nos hacemos en algún momento de la vida.
Nos asalta en la soledad de la noche, en un cumpleaños que nos recuerda el paso del tiempo, en medio de una crisis que nos sacude las certezas. Es una inquietud existencial profunda que, más que responderse con cifras o logros, nos obliga a mirar dentro de nosotros mismos.
Van Zuylen nos invita a reflexionar sobre cómo la sociedad nos empuja a medir nuestra vida en términos de productividad y éxito. Nos hace creer que siempre podríamos haber hecho más, que lo logrado nunca es suficiente. Pero hay que tener cuidado: la vida no es una competencia contra un ideal inalcanzable.
Publicidad
Si nos dejamos atrapar por la angustia de esta pregunta, corremos el riesgo de vivir en una insatisfacción permanente, reduciendo nuestra existencia a una lista interminable de pendientes. Sin embargo, si la abordamos con honestidad y sin culpa, puede convertirse en una invitación al crecimiento. No para castigarnos por lo que no hicimos, sino para reconocer lo que hemos sido y decidir, con plena conciencia, lo que queremos seguir construyendo.
Creo que la pregunta no deba ser "¿Podría haber hecho más?", sino "¿Estoy viviendo de acuerdo con lo que realmente me hace pleno?". Tal vez la respuesta no esté en hacer más, sino en vivir con más sentido, en disfrutar con más presencia, en amar con más entrega. No somos máquinas diseñadas para la eficiencia; somos seres en constante evolución. Y cada paso, cada decisión, cada pausa también es parte del camino.
Publicidad