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La importancia de que los padres tengan una vida digna, no sólo desde lo físico sino desde el amor

Decidir con la vida en abstracto es fácil, pero cuando se ve en lo particular saltan las complejidades. Definitivamente tenemos que prepararnos, en todas las dimensiones, para la vejez y generar los contextos que nos permitan ser lo más autónomos posibles. No creo que se deba pensar en los hijos como quienes tienen que cargar con nosotros, eso tiene algo de egoísmo.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Ayer leí en la BBC Mundo una entrevista al escritor peruano Gustavo Rodríguez que ganó con su obra “Cien Cuyes” el premio Alfaguara de novela 2023. Esta novela tematiza realidades como el declive físico del ser humano, la soledad de los ancianos, la naturalización de la muerte.

Pero hubo una respuesta que me llamó mucho la atención, el autor dijo “En América Latina nos parece un pecado enviar al padre o a la madre a una residencia. Creo que eso va a tener que ir cambiando”.

En la sociedad en la que me he criado y he vivido, el honrar padre y madre, un mandamiento del Antiguo Testamento, supone que los hijos tienen que hacerse cargo de los padres y que deben protegerlos como ellos un día lo hicieron. Y se ve el ancianato como una maldición y un castigo. Recuerdo el merengue de Kinito Mendez en el que un anciano de un asilo gritaba “quiero estar con mis hijos”.

Creo que lo más importante siempre es que nuestros padres tengan una vida digna que supone no sólo condiciones físicas y médicas adecuadas, sino el amor y la cercanía necesaria. No todos los casos son iguales y siempre hay que ser respetuosos de las experiencias de cada uno, y entender que a veces el mejor lugar es una de estas residencias para ancianos.

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Decidir con la vida en abstracto es fácil, pero cuando se ve en lo particular saltan las complejidades. Definitivamente tenemos que prepararnos, en todas las dimensiones, para la vejez y generar los contextos que nos permitan ser lo más autónomos posibles. No creo que se deba pensar en los hijos como quienes tienen que cargar con nosotros, eso tiene algo de egoísmo.

Entendiendo que el amor no se impone ni se exige, que siempre es un regalo y una bendición. Cuando leía la entrevista comprendía a mi mamá que ha dejado claro que defiende la autonomía de su casa, ya que ella decide cómo vivir ahí.

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