La felicidad es una tarea personal. No podemos esperar que otros nos hagan felices. Es necesario pensar, sentir, hablar y actuar en función de tener una vida satisfactoria, una vida que valga la pena vivirla. Muchas veces somos infelices porque lo decidimos así, decidimos vivir en la amargura y el dolor. Pero también es cierto que no podemos ser felices sin pensar en los otros, sin ser solidarios, sin ayudar a que los demás tengan la posibilidad de vivir en contextos existenciales en los que puedan realizarse.
La codicia, el egoísmo y el acaparamiento son actitudes que no conducen a la felicidad y que generan problemas sociales que nos harán sufrir.
Necesitamos aprender a ser co-responsables en la construcción de una sociedad más justa y desarrollada, en la que todos tengan las mejores oportunidades posibles. No se trata de que todos seamos pobres, sino al contrario, que tengamos los recursos que requerimos para alcanzar esa vida digna.
En este contexto entiendo la responsabilidad social de los artistas. Ellos con sus talentos adquieren los recursos que quieren y necesitan para realizarse, y eso hay que valorarlo, pero seguro tienen una oportunidad para ayudar a otros. Por ejemplo, ayer leía con gusto y alegría que Karol G planea darle becas en Bogotá a mujeres que están privadas de la libertad. Junto a dos fundaciones, les va a brindar una formación básica y de preparación para trabajar. Ella comparte sus éxitos, no es una obligación legal, pero si moral.
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Shakira lo dice en estos términos : “Creo que los artistas tenemos responsabilidades, todas las figuras públicas que aparecen ante las cámaras deben aprovechar su posición para mejorar el mundo”. Y sí, quienes tienen una voz que resuena, tienen la posibilidad de abanderar esos procesos que aportan y nos construyen como una sociedad sana.
Celebro este ejemplo, no solo porque tiene a la base el empoderamiento femenino, sino porque abre la puerta para que, en medio de sus contextos, estas mujeres tengan esperanza y puedan ser más felices. No tengo duda de que quien comparte no solo hace un gesto de amor, sino que transforma vidas y ese es un poder muy grande.
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Escuche a Alberto Linero: