La reaparición panfletaria de Iván Márquez y de Jesús Santrich vestidos de camuflado y con armas de largo alcance desde su cómoda retaguardia en Venezuela, es un nuevo ingrediente que enrarece el momento actual que vive el país.
Mientras inquieta el silencio de los líderes del partido Farc frente al desafío al Estado por parte de sus excompañeros de armas, sube el volumen de las voces que les piden que marquen un punto de quiebre determinante y cambien el nombre de su partido, para evitar que sea un elemento común entre quienes le apostaron a la paz y los que siguen en la criminalidad.
En el corto plazo no pareciera sencillo capturar o abatir a Márquez y compañía, por su permanencia en territorio venezolano de acuerdo con información de inteligencia, sin embargo, hay que recordar que en el ajedrez geopolítico que está buscando la caída de Maduro, una de las fichas sin duda son las disidencias de las Farc.
De hecho, la embajada de Estados Unidos en Colombia recordó que el Departamento de Estado ofrece una recompensa de diez millones de dólares por información que permita capturar a Márquez y a Santrich, quienes son requeridos por narcotráfico ante una Corte en Nueva York.
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La reaparición de estos dos personajes en armas, que fueron cruciales en la negociación de paz con las Farc, generó de manera colateral un nuevo choque entre el ministro de Defensa y la alcaldesa de Bogotá, por lo que dijo Carlos Holmes Trujillo sobre la posible infiltración de las disidencias en los que llamó atentados terroristas en la capital del país.
Lamentablemente, pareciera que desde su exilio dorado en Venezuela, Iván Márquez y Jesús Santrich, terminarán incidiendo en los resultados de las elecciones presidenciales de 2022. El ciclo vuelve a empezar.
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Escuche la opinión y el análisis de Ricardo Ospina en Mañanas BLU: