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Hay que educar para la felicidad, para hacer de la vida, que siempre es corta, la mejor experiencia

No se puede confundir felicidad con irresponsabilidad, ni seriedad con amargura. Los procesos de enseñanza tienen que generar bienestar y satisfacción en los sujetos de todo el proceso.

Albeto Linero
Albeto Linero
Foto: Blu Radio

“La letra con sangre entra” decía el refranero popular para hacernos creer que el proceso de enseñanza-aprendizaje tenía que ser una experiencia tortuosa y difícil. Eran las épocas en las que les daban reglazos a los estudiantes y se les ponían duros castigos para que se apropiaran de algunos conocimientos. Hoy sabemos que todo eso está mal, que no solo no ayuda al aprendizaje, sino que más bien genera unas taras que perduran en el corazón de los seres humanos.

La educación tiene que ser una experiencia feliz. Aprender, desaprender, preguntar, responder, explorar desde la creatividad y adaptarse a nuevos desafíos debe producir gozo y realizarse en un contexto de seguridad estimulante. Los docentes y los padres de familia tenemos como tarea construir un espacio que les permita a los niños, niñas y jóvenes ser felices, disfrutar cada momento, tener un propósito trascendente en su existencia y construir una vida satisfactoria en una relación sana, respetuosa y funcional con los demás.

No se puede confundir felicidad con irresponsabilidad, ni seriedad con amargura. Los procesos de enseñanza tienen que generar bienestar y satisfacción en los sujetos de todo el proceso. En este contexto me llamó la atención el escalafón de Great Place to Study, una empresa de inteligencia educativa que busca establecer los colegios más felices en Latinoamérica, de los cuales hay 35 en Colombia. Esto implica trabajar en infraestructuras que permitan que los alumnos desarrollen sus mejores habilidades, procesos pedagógicos que desde la alegría aseguren una gran calidad en la educación, que permitan un desarrollo integral en el que los estudiantes sean dueños de sus proyectos de vida y puedan realizar las mejores actividades.

Ser feliz es el objetivo de la vida. De nada vale ser un gran académico que vive lleno de conflictos interiores y no se lo aguanta nadie; o tener todo el billete del mundo y estar preso en una cárcel o en medio de unas medidas de seguridad que no le permitan vivir; o ser adulados por quienes lo desprecian, pero tienen que soportarlo. Hay que educar para la felicidad, para hacer de la vida, que siempre es corta, la mejor experiencia.

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