La pandemia tiño de colores grises y lúgubres este año. Ha sido un año de privaciones, sacrificios y sufrimientos. 42.909 personas han muerto en Colombia por la acción de este virus. La verdad todos queremos que se acabe este año.
Con la esperanza, tal vez irracional, que el cambio de un número en la nomenclatura con la que mencionamos este lapso nos garantice que vuelven los abrazos, las fiestas con nuestros amigos, las reuniones familiares, se reanudan plenamente los viajes y nuestros trabajos vuelven a tener las mismas características.
Han sido muchos los dolores, las perdidas, los cambios que nos han sacado de nuestra zona de confort y nos han hecho re-inventar muchas de las rutinas, las dinámicas y las prácticas con las que vivimos.
Seguro que esta vez no vamos a cantar “yo no olvido el año viejo”, porque lo que queremos es olvidarlo rápidamente y concentrarnos en los retos y desafíos que el año nuevo nos trae, pero las cosas no cambian mágicamente sino que tenemos que trabajar disciplinadamente para hacerlas cambiar. Por eso te propongo tres actitudes para despedir este 2020:
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1. Hay que agradecer. Más allá de todas las dificultades ha habido muchas lecciones, algunos triunfos, muchas experiencias agradables y vale la pena que en un momento de este día tengamos un instante para agradecer a la vida, a las personas que nos han ayudado, a Dios todo lo que hemos vivido.
2. Hay que precisar los errores cometidos y aprender de ellos. El problema no es equivocarnos sino hacerlo siempre de la misma manera. Necesitamos adquirir nuevos aprendizajes y desde ellos seguir construyendo nuestro proyecto de vida.
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3. Hay que celebrar. Lo hacemos siendo estrictos en el cumplimiento de las normas de bioseguridad, porque un error puede ser fatal para nuestra salud o la salud de los que amamos. Pero hay que reunirse con la familia nuclear –esto es, con los que vivimos a diario- o hacer un encuentro digital y brindar, celebrar y sellar simbólicamente la terminación de este año. Cada uno desde la experiencia espiritual que tenga, puede vivir un momento para cargar el corazón de la fuerza del amor que trasciende todo.
De mi parte, que yo católico, haré un momento de oración con las personas que amo y le pediré a Dios que sane las heridas de este año que se acaba y me acompañe a trabajar duro en el que llega. Tengo la certeza que el 2021 será un año de bendición.
Escuche la reflexión y el análisis de Alberto Linero en Mañanas BLU: