La felicidad es uno de los temas que más investigo, leo, converso, escucho y escribo. Para mí, ser feliz es una forma de ser y de estar en la vida que trasciende las dificultades, dolores y limitaciones que enfrentamos. A menudo, creo que se ha malinterpretado el concepto, convirtiendo la búsqueda de la felicidad en una obligación que, paradójicamente, puede generar más frustración que satisfacción.
¿Qué se necesita para ser feliz en el ámbito laboral ? Esta es una pregunta que muchos se hacen. La respuesta más rápida y obvia podría ser que un buen salario, un horario flexible, tareas estimulantes y un entorno físico adecuado son clave. Sin embargo, ayer leí una nota de prensa de Eva Carnero que hablaba sobre el trabajo de Arthur C. Brooks, profesor de Harvard e investigador experto en estrategias y hábitos para alcanzar la felicidad.
Brooks sugiere que para ser felices en el trabajo y en la vida, ya que ambas dimensiones están interconectadas, dos aspectos son fundamentales: sentir que estamos haciendo un buen trabajo y tener la capacidad de ser útiles a los demás. En el primer aspecto, destaca la importancia de sentir que estamos desarrollando nuestras cualidades de la mejor manera posible y que nuestras acciones reflejan nuestras capacidades. Además, es crucial recibir el reconocimiento y la evaluación positiva de nuestros superiores.
En cuanto al segundo aspecto, se refiere a la dimensión social y solidaria del trabajo, donde agregamos valor a las relaciones y contribuimos a la felicidad de los demás. Sentirnos útiles y saber que nuestras acciones benefician a otros nos llena de un orgullo sano y nos motiva a seguir adelante.
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Es importante reflexionar sobre estos dos aspectos en nuestro entorno laboral y reconocer la necesidad de ajustes si no estamos satisfechos. La infelicidad en el trabajo puede contaminar otras áreas de nuestra vida, por lo que es fundamental buscar un equilibrio que nos permita sentirnos realizados y felices en todas las dimensiones de nuestra existencia.
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