Creo en el poder de motivación que tienen las recompensas. Considero que las mejores recompensas son aquellas que se dan para que las personas alcancen su mejor rendimiento y logren resultados extraordinarios. Al fin y al cabo, todos trabajamos y damos lo mejor de nosotros en busca de un beneficio. Entiendo todos los programas que buscan proponerle beneficios a aquellos jóvenes que están tentados a actuar mal o que viven en dinámicas próximas al delito, creo que eso les puede ayudar a generar un proyecto de vida coherente y sólido que les permita asumir las responsabilidades como ciudadanos.
Así mismo creo que es necesario no olvidar a los jóvenes que están esforzándose por salir adelante en medio de valores y rutinas marcadas por el bien y la solidaridad . Esos que salen de sus zonas de confort, se exigen al máximo, no se esconden tras de ninguna excusa, sino que buscan alcanzar su mejor versión tienen que encontrar también que la sociedad los valora y los recompensa.
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Las recompensas son una manera de decirles creemos en ustedes y eso refuerza su autoestima . También es la forma de hacerles sentido a su esfuerzo destacándolos y abriendo espacios para que ellos puedan mostrar todas sus capacidades, pero sobre todo es hacerles saber que se merecen todo lo bueno que se les puede dar. El reconocimiento social y la generación de mejores oportunidades será un acicate que los lleve a no guardar esfuerzos y seguir dando lo mejor de sí en cada lance de la vida.
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Recompensarlos no sólo es un mensaje para ellos sino para los demás jóvenes: “Vale la pena ser bueno, ser competitivo, alcanzar los mejores resultados, esforzarse”. No podemos dar por contado que es normal que ellos sean buenos y logren destacarse. Se les debe motivar con reconocimientos reales.
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