
"El odio no soluciona nada, al contrario, nos envenena por dentro": Alberto Linero
Muchas veces, quienes odian lo hacen porque cargan heridas sin sanar, porque encuentran en la agresión un escape a su propio dolor.

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Vivimos en un mundo donde la tecnología nos ha dado la posibilidad de conectar con miles de personas, pero, paradójicamente, también ha amplificado el odio. Basta con pasar unos minutos en redes sociales para encontrar comentarios llenos de agresión, desprecio y violencia verbal. La pregunta es: ¿por qué tanto odio?
El odio nace de la frustración, del miedo y de la falta de gestión emocional. Muchas veces, quienes odian lo hacen porque cargan heridas sin sanar, porque encuentran en la agresión un escape a su propio dolor o porque sienten que la única forma de validarse es atacando a los demás.
En las redes sociales, el anonimato y la distancia generan una falsa sensación de impunidad, lo que permite que muchos se desahoguen sin asumir responsabilidad por sus palabras. Además, vivimos en una era de hiperpolarización, donde pareciera que pensar diferente es motivo suficiente para convertirse en enemigo del otro.
Pero el odio no soluciona nada. No nos hace mejores, no nos da paz y, mucho menos, nos lleva a construir un mundo más justo. Al contrario, nos envenena por dentro, nos divide y nos hace esclavos de nuestras propias emociones negativas, ¿cómo sanarnos de él?
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Primero, reconociendo que odiar nos hace daño a nosotros mismos. Cuando dejamos que el rencor controle nuestra vida, nos privamos de la posibilidad de crecer, de aprender y de conectar con los demás desde la empatía.
Segundo, practicando el silencio consciente. No todo merece una respuesta agresiva, no todo tiene que ser una batalla. A veces, la mejor manera de enfrentar el odio es no alimentarlo.
Tercero, cultivando la compasión. No significa justificar lo injustificable, pero sí entender que detrás de cada insulto y cada ataque hay alguien que también sufre.
Sanar el odio es un proceso personal y colectivo. Es elegir, todos los días, construir desde el respeto, la diferencia y la paz. Porque al final, el amor y la sensatez siempre serán más fuertes que cualquier comentario cargado de veneno.
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