A menos de siete meses de terminar el gobierno de Iván Duque, uno de los grandes desafíos para el próximo presidente será definir un plan activo para frenar la consolidación violenta del ELN y buscar caminos para su disolución.
Hechos terroristas recientes como el atentado del viernes pasado en Cali que dejó 23 agentes del Esmad heridos y la ejecución de cerca de 30 personas en Arauca en medio de la guerra contra las disidencias de “Gentil Duarte”, muestran que durante estos cuatro años, el ELN se ha fortalecido, teniendo como retaguardia Venezuela y Cuba, en donde permanecen sus máximos cabecillas.
Los expertos en temas de conflicto armado atribuyen el fortalecimiento violento del Ejército de Liberación Nacional, además del seguro internacional que tienen los integrantes del denominado Coce, a otros dos factores: a que el Estado nunca ocupó de manera efectiva los territorios dejados por las Farc tras la firma del acuerdo de paz y a que se está imponiendo el ala más radical y violenta del ELN, encabezada por alias Antonio García y alias Pablito.
Luego de la reciente arremetida de esa guerrilla, el gobierno anunció nuevas recompensas y el refuerzo de la presencia militar y de policía para cerrarle el paso al ELN, entre otras cosas, identificando a alias El Rolo, José Benigno Guzmán Mora, como el “cerebro” del ataque al Esmad en Cali y de otros actos violentos como los atentados contra el presidente Iván Duque en Cúcuta.
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Además, tanto el presidente Iván Duque como el Ministro de Defensa Diego Molano han culpado al régimen de Nicolás Maduro de la ofensiva del ELN por permitir que Venezuela sea la retaguardia de ese grupo, que incluso ya se puede considerar binacional.
La tarea para el próximo presidente es muy compleja frente al ELN, por su facilidad para camuflarse en diferentes sectores, por su radicalismo, por el respaldo que tiene en países de la región y porque sus cabecillas se quedaron en el pasado y realmente consideran que pueden tomarse el poder por las armas, acudiendo a rentas ilegales como el narcotráfico en Colombia o la megaminería en Venezuela. Y mientras tanto, ese grupo se expande por nuestro país.
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Escuche el análisis de Ricardo Ospina en Mañanas BLU: