Aitana Bonmatí convierte el último lanzamiento desde el punto penal, y el equipo femenino de España clasifica derrotando a la selección colombiana. Las personas con las que estoy viendo el partido expresan amargura y frustración porque fue un partido que se iba ganando 2-0 en los Olímpicos y terminó así. Inmediatamente se desata una gran cantidad de comentarios contra las jugadoras y los deportistas colombianos que no han tenido el desempeño esperado: “perdedores”, “faltos de mentalidad”, “deben dedicarse a otra cosa”, “le tienen miedo al éxito”, fueron algunos de los comentarios que escuché.
La verdad, estoy dolido y no me gusta perder, pero no creo que tengamos que destruir con nuestros comentarios a los deportistas que seguro han puesto lo mejor de sí para participar. Creo que es válido que expresemos nuestra crítica e incluso nuestra frustración, pero nada más. No veo coherente que desde el sillón de la sala, con un deplorable estado físico, con miles de problemas en la vida, sin muchos éxitos que exhibir, se destruya a esos seres humanos dotados de grandes cualidades deportivas.
En algunos casos, estoy convencido de que, como sociedad, les pedimos lo que no les hemos dado, ya que muchos de ellos han construido sus carreras deportivas desde sus limitaciones económicas y sin mucha ayuda. Otras veces, creo que somos incoherentes porque les exigimos más a ellos que a nuestros líderes políticos de cualquier ideología, a los que terminamos aceptándoles su comportamiento irresponsable y, en algunos casos, corrupto. Actuamos como si fuera más grave no alcanzar una medalla en estos juegos que malgastar el dinero público y generar condiciones de injusticia y pobreza como las que muchos viven.
Seguro se tendrá que hacer una evaluación y descubrir dónde estuvo la falla para que no se alcanzaran los resultados esperados. Habrá que tomar decisiones y revisar la manera en que se está manejando el ministerio del deporte y ver si está cumpliendo la función para la que fue creado. No estoy invitando a celebrar derrotas, sino a entender que no se trata de insultar a nuestros deportistas, sino de buscar que cambien las condiciones para que tengan mejores resultados en los eventos venideros.