La noticia en principio nos golpeó. El primer hijo de nuestros primos había nacido con síndrome de Down. En ese momento ese tipo de situaciones generaba demasiados conflictos, demasiadas tensiones. Inmediatamente lo que hizo la familia de Ilba y Carlos, fue librarse de cualquier sentido de condescendencia y lastima, y concentrarse en un proceso de crianza que le permitiera a Gregori vivir funcionalmente. Estaba claro que su condición le generaba algunos limites, y que necesitaba un proceso de formación en el que se desarrollaran algunas habilidades para permitirle establecer los contactos necesarios con los demás.
Fue una experiencia desafiante y retadora, para ellos como familia nuclear y para nosotros como familia extensa. Lo primero era superar ese esquema mental en el que creemos que las personas que tienen diferentes maneras de gestionar el mundo son incapaces o sencillamente no podrán ser felices. El segundo fue generar un contexto emocional con material que le permitiera desarrollar sus habilidades y capacidades. Y el tercero fue buscar los medios y las instituciones que le facilitaran el proceso. Hoy todo eso se ha logrado y Gregori es un ser humano adulto muy capaz, que ha logrado establecer unas lógicas de vida que le permiten existir dignamente.
Cuando leí la noticia de Dimitri Vergara, un joven que vive con síndrome de Down y que ha conseguido ser el primer funcionario público en el país con esta condición, me emocioné mucho, porque al igual que la de Gregori, su historia demuestra la importancia de aprender a perseguir los sueños e ir más allá de las limitaciones con disciplina y esfuerzo.
Él, con apenas 24 años, consiguió abrirse paso en la Secretaría de Gobierno de la capital, y ahora se dedica a una de las cosas que más ama: acompañar a los demás. Tengo que decir que sus palabras me llenaron de mucha esperanza, él dijo: “Hay algo que hay que aprender, que la vida es un ratico y, por eso, es que tenemos que soñar a lo grande”. Ojalá cada uno hoy pueda encontrar en este joven, la motivación que necesita para empezar a vivir la vida que sueña. Es posible.
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