“El ‘estilo’ de Dios tiene tres rasgos: cercanía, compasión y ternura. Esta es la forma en que se acerca a cada uno de nosotros. Pensando en tu trabajo pastoral, veo que buscas continuamente imitar este estilo de Dios. Sos sacerdote para todos y todas, así como Dios es Padre de todos y todas. Rezo por vos para que sigas así, siendo cercano, compasivo y con mucha ternura”, le dice el papa Francisco, en una carta manuscrita, al sacerdote jesuita James Martin, quien se ha destacado por su defensa a los católicos pertenecientes a la comunidad LGBTI.
Precisamente, el sábado lideró un seminario web sobre el ministerio a los feligreses de esta comunidad, que contó con 1.000 participantes y además está trabajando en el documental “Tendiendo Puentes”, el cual busca lograr la inclusión de estas personas en las acciones pastorales eclesiales.
Destaco esta carta del Papa Francisco este lunes, cuando en el mundo entero los distintos colectivos realizan eventos públicos para luchar por la igualdad y la dignidad de las personas gais, lesbianas, bisexuales y transexuales. De todas formas ha habido críticas al Vaticano por su petición que busca cambiar un proyecto de ley contra la homofobia en Italia porque cree que rompe aspectos del Concordato entre ambos Estados; sobre todo en un momento en el países como Polonia y Hungría los derechos de este colectivo se encuentran bajo amenaza.
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Esta es una buena oportunidad para entender que las opciones sexuales corresponden al espacio más personal e inviolable de la conciencia humana. Lo expongo yo que, por mi formación religiosa y cultural, muchas veces tuve comportamientos homofóbicos, de los cuales me arrepiento, porque no creo que sea sano, ni tengamos derecho de rechazar ni hacer sentir mal a nadie por sus opciones de vida.
Creo que debemos ser respetuosos y abrir espacios para que cada persona, desde sus valores, pueda realizarse en todas las áreas de la existencia. Recordemos que la homosexualidad fue desclasificada como enfermedad mental en Estados Unidos en 1973 y por La Organización Mundial de la Salud en 1990.
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Algunos autores como George Weinberg afirman: “Nunca consideraría que un paciente es sano si no ha superado su prejuicio contra la homosexualidad". Creo que en una praxis de amor como lo es el cristianismo, tenemos que ser cada vez más incluyentes y darle acogida a aquellos que pueden sentirse rechazados. Por algo creemos en un Dios que no hace acepción de personas (Hechos 10, 34; Romanos 2, 11; Gálatas 2, 6; Efesios 6, 9) y hace salir el sol para todos (Mateo 5,45).
Escuche la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU: