Siempre he querido saberlo todo. Recuerdo que de niño le preguntaba a mi padre por cada aparato que conocía y cada experiencia que vivía. Agradezco que en la sencilla escuela donde aprendí a leer y escribir , el viejo Profesor Huertas me animara a satisfacer mi curiosidad. Siempre me alentaba a disfrutar de la incertidumbre y a buscar respuestas. Luego, entendí que uno de los dones de los seres humanos es preguntar, cuestionarse, tratar de entender y, sobre todo, captar las relaciones y el sentido de las realidades. La periodista y escritora española Teresa Viejo cree que “la curiosidad permite transformar cada incertidumbre y situación nueva en una oportunidad de aprendizaje, en lugar de verlas como obstáculos”.
La dinámica social está basada en estar plenamente informado. De alguna manera, se quiere saciar la mente de las personas y casi se desprecia la incertidumbre, cuando en realidad deberíamos entender que más importantes que las respuestas son las preguntas. La educación tiene en la curiosidad su principal motor, pero no creo que sin el deseo haya curiosidad, por eso necesitamos provocar deseo.
Creo que los padres de familia tienen que aprender a despertar la curiosidad de sus hijos, y que en las escuelas se debe evidenciarla en los procesos de aprendizaje. En este aspecto, se hace necesario:
. Crear un ambiente de aprendizaje que fomente la exploración y la experimentación. Esto significa proporcionar a los estudiantes oportunidades para participar en actividades prácticas , hacer preguntas y cometer errores.
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. Utilizar métodos de enseñanza que despierten la curiosidad . Esto incluye el uso de preguntas abiertas, debates, proyectos y simulaciones.
. Valorar la curiosidad y la creatividad . Es importante reconocer y celebrar la curiosidad de los estudiantes, incluso cuando sus preguntas o ideas no sean convencionales.
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. Dar a los estudiantes oportunidades para aprender sobre sus propios intereses . Esto puede hacerse a través de proyectos independientes, estudios electivos y programas extracurriculares.
Es a través de la curiosidad que exploramos el mundo , hacemos preguntas, descubrimos nuevas ideas y resolvemos problemas. Si queremos realmente formar, tenemos que controlar la tentación de abrumar a los demás con información. Siempre deben quedar preguntas para que esas personas sigan aprendiendo.